IDENTIDAD CATÓLICA |
[Identidad Católica recomienda la lectura de este libro aunque no está de acuerdo con algunas opiniones históricas que el autor expone sobre sucesos del siglo XX, que con la información disponible hoy se saben erróneas. Hecha esta aclaración, nos parece en conjunto un libro excelente, perfecto para complementarlo con otros disponibles en Internet. Y es que las leyendas negras nos dañan a todos]
ÍNDICE
Prólogo
a la edición venezolana
Prólogo
a la edición italiana
Prólogo a la edición austríaca
PRIMERA
PARTE
EL
MOTOR SECRETO DEL COMUNISMO
Capítulo
I
El comunismo destructor y asesino
Capítulo
II
Los creadores del sistema
Capítulo
III
La cabeza del comunismo
Capítulo
IV
Los financieros del comunismo
Capítulo
V
Testimonios judíos
SEGUNDA
PARTE
EL
PODER OCULTO TRAS LA MASONERÍA
Capítulo
I
La masonería: enemiga de la Iglesia
Capítulo
II
Los judíos: fundadores de la masonería
Capítulo
III
Los judíos: dirigentes de la masonería
Capítulo
IV
Crímenes de la masonería
Capítulo
V
La masonería, propagadora de las revoluciones jacobinas
TERCERA
PARTE
LA
SINAGOGA DE SATANÁS
Capítulo
I
Imperialismo judío y religión imperialista
Capítulo
II
Algo más sobre las creencias religiosas de los judíos
Capítulo
III
Maldiciones de Dios a los judíos
Capítulo
IV
Matanzas de judíos ordenadas por Dios como castigo
Capítulo
V
Antisemitismo y cristianismo
Capítulo
VI
Cristo Nuestro Señor, símbolo del antisemitismo según los judíos
Capítulo
VII
El pueblo deicida
Capítulo
VIII
Los Apóstoles condenan a los judíos por el asesinato de Cristo
Capítulo
IX
Moral combativa y no derrotismo mortal
Capítulo
X
Los judíos matan cristianos y persiguen a los Apóstoles
Capítulo
XI
Las persecuciones romanas provocadas por los judíos
CUARTA
PARTE
LA
QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO
Capítulo
I
El pulpo estrangula a la cristiandad
Capítulo
II
Orígenes de la quinta columna
Capítulo
III
La quinta columna en acción
Capítulo
IV
El judaísmo, padre de los gnósticos
Capítulo
V
El judío Arrio y su herejía
Capítulo
VI
Los judíos, aliados de Juliano el apóstata
Capítulo
VII
San Juan Crisóstomo y San Ambrosio condenan a los judíos
Capítulo
VIII
San Cirilo de Alejandría vence a Nestorio y expulsa a los judíos
Capítulo
IX
Invasión de los bárbaros: triunfo arriano-judío
Capítulo
X
Victoria católica
Capítulo
XI
El Concilio III Toledano elimina a los judíos de los puestos públicos
Capítulo
XII
El Concilio IV Toledano declara sacrílegos y excomulgados a obispos y
clérigos que apoyen a los judíos
Capítulo
XIII
Condenación de reyes y sacerdotes católicos negligentes en su lucha
contra el criptojudaísmo.
Capítulo
XIV
La Iglesia combate el criptojudaísmo. Excomunión de obispos
negligentes.
Capítulo
XV
El Concilio XVI de Toledo considera necesaria la destrucción de los
judíos quintacolumnistas
Capítulo
XVI
El Concilio XVII Toledano castiga con la esclavitud las conspiraciones
de los judíos.
Capítulo
XVII
Reconciliación cristiano-judía: preludio de ruina
Capítulo
XVIII
Los judíos traicionan a sus más fieles amigos
Capítulo
XIX
Los concilios de la Iglesia luchan contra el judaísmo
Capítulo
XX
Intento de judaización del Sacro Imperio Romano Germánico
Capítulo
XXI
El Concilio de Meaux lucha contra los judíos públicos y secretos
Capítulo
XXII
Terror judío en Castilla en el siglo XIV
Capítulo
XXIII
Los judíos traicionan a su más generosos protectores
Capítulo
XXIV La
infiltración judía en el clero
Capítulo
XXV Un
cardenal criptojudío usurpa el papado
Capítulo
XXVI San
Bernardo y San Norberto libertan a la Iglesia de las garras del judaísmo
Capítulo
XXVII Una
revolución judeo-republicana en el siglo XII
Capítulo
XXVIII La
quintaesencia de las revoluciones judaicas. Ataques seculares a la tradición
de la Iglesia
Capítulo
XXIX El
criptojudaísmo y las herejías medievales. Los albigenses
Capítulo
XXX El
judío, el más peligroso enemigo de la Iglesia. Los valdenses
Capítulo
XXXI El
gran Papa Gregorio VII (Hildebrando) destruye una teocracia judaica en el
norte de Italia
Capítulo
XXXII Quinta
columna judía en al Iglesia ortodoxa rusa
Capítulo
XXXIII Los
judíos, propagadores del culto a Satanás
Capítulo
XXXIV La
Iglesia y los Estados Cristianos organizan su defensa contra la gran revolución
judaica medieval
Capítulo
XXXV Un
arzobispo y site obispos procesados por adorar a Lucifer
Capítulo
XXXVI El
Concilio III de Letrán excomulga y destituye a obispos y clérigos que ayuden
o se opongan fuertemente a los herejes
Capítulo
XXXVII El gran
Papa Inicencio III y el famoso Concilio de Letrán imponen como bueno y
obligatorio lo que los judíos llaman racismo y antisemitismo
Capítulo
XXXVIII Frailes,
monjas y prelados criptojudíos
Capítulo
XXXIX Infiltración
judeo-masónica en la Sociedad de los Jesuitas
Capítulo
XL
Las conjuras de la Historia y de los ritos
Capítulo
XLI
Papas, Padres de la Iglesia y Santos luchan contra los judíos y los
condenan. La verdadera doctrina de la Iglesia sobre los judíos
Capítulo
XLII
Fraternidades judeo-cristianas, ¿logias masónicas de nuevo cuño?
Capítulo
XLIII
El acercamiento amistoso cristiano-judío
Bibliografía
PRÓLOGO
A LA EDICIÓN VENEZOLANA
UN
LIBRO SENSACIONAL
Los hechos confirman que no es exagerado el término de sensacional
aplicado al libro “Complot contra la Iglesia”. A raíz de la
primera edición italiana, repartida en el otoño de 1962 entre los padres del
Concilio vaticano II, la prensa de diversos países del mundo empezó a hacer
comentarios sobre esta obra cuya
lectura es de capital importancia, no sólo para los católicos, sino también
para todos los hombres libres.
Puede asegurarse, sin temor a exageración, que ningún libro en el
presente siglo ha sido objeto de tantos comentarios en la prensa mundial;
virulentamente desfavorables, los de los periódicos comunistas y todos aquéllos
controlados por masonería y judaísmo; y favorables en extremo, los de
algunos periódicos católicos, independientes de esas fuerzas oscuras y que
además han tenido el valor y la posibilidad de expresar con libertad sus
puntos de vista. Todavía un año después de repartida en el santo Concilio
la primera edición italiana, la prensa de diversos países sigue ocupándose
del extraordinario libro, cosa verdaderamente inusitada en cuestiones
editoriales.
Para que los lectores puedan darse cuenta de la importancia de esta
obra, transcribiremos interesantes párrafos de lo que el corresponsal de Roma
del periódico portugués “Agora” de Lisboa, del 1º de marzo de
1963, página 7, dice a sus lectores:
“Roma.
febrero de 1963.
Vamos a referirnos a una publicación que salió hace tiempo en Roma.
Además de la información, pudimos conseguir un ejemplar de este libro que se
convirtió en un par de meses en una rareza bibliográfica...El libro fue
impreso en una tipografía romana, pero cuando las actuales autoridades demócrata-cristianas
de Italia, favorables al marxismo, se dieron cuenta de su publicación, los
ejemplares del grueso volumen de 617 páginas ya habían sido repartidos
–entre los padres del Concilio Ecuménico-, provocando alarma en el gobierno
del Vaticano, alarma en el mundo diplomático y en los partidos de izquierda.
Durante varios días la imprenta recibió la visita de altísimas autoridades
policíacas, que sólo obtuvieron la declaración de que se les había
encargado imprimir la obra y que el precio de la edición había sido
totalmente pagado. La prensa de las izquierdas le lanzó ataques furibundos...
La excepcional importancia del libro reside principalmente en un
elemento fundamental y es que, ya sea uno o ya sean muchos sus autores (es más
fundada la segunda hipótesis), se deja adivinar por cualquier persona de
elemental cultura que la compilación fue hecha por clérigos. naturalmente
que con respecto a este asunto aparecen las más variadas versiones. Hay
quienes afirman que fueron prelados italianos en colaboración con elementos
del catolicismo inglés; otros hablan de un grupo de sacerdotes incluyendo
algunos obispos, de un país de América meridional no bien
identificado...Esta obra, por la enorme seriedad de su minuciosa, escrupulosa
y erudita documentación, no es uno más de esos productos del antisemitismo
basados en los “Protocolos de los Sabios de Sión”*
[*
Nota del Editor: En el transcurso de la obra, no se hace mención o referencia
alguna al mencionado libro de “Los Protocolos de los Sabios de Sión”.]
Finalmente,
en las páginas, en los argumentos, y en el propio estilo del libro, se
advierte inconfundible,
la presencia de clérigos católicos, en militancia contra la eterna herejía,
que ha tendido siempre a subvertir las bases religiosas, éticas e históricas
del cristianismo, sirviéndose sucesivamente de Simón el Mago, de Arrio, de
Nestorio, de los albigenses y actaalmente de los izquierdistas del Concilio
Ecuménico”.
Hasta aquí las citas del intesante comentario hecho sobre “Complot
contra la Iglesia” por el periódico portugués “Agora”.
Sin embargo, la versión que más se ha impuesto, tanto en Roma como en
la prensa mundial, es que el sensacional libro fue elaborado, ni más ni menos
que por elementos destacados de la Curia romana que, como es sabido, es el
gobierno supremo de la Iglesia, auxiliar de S.S. el papa en sus máximas
funciones. Se ha venido repitiendo que la obra “Complot contra la Iglesia”
es uno de los mayores esfuerzos hechos por la Curia romana para hacer fracasar
las reformas que intenta realizar el ala izquierda del clero católico;
reformas, que de verificarse, subvertirán por completo las bases sobre las
que descansa la Santa Iglesia. Hay periódicos que a este respecto han sido
todavía más explícitos, y que afirman que fue el llamado “sindicato de
cardenales” quien elaboró el libro. Es preciso explicar que los
masones, los comunistas y sus cómplices han dado en llamar “sindicato de
cardenales” al grupo heroico de cardenales de la Curia romana que están
luchando en el Concilio Vaticano II por impedir que un grupo de clérigos, que
en forma extraña se encuentra al servicio de la masonería y del comunismo,
impongan en el Sínodo universal toda una serie de tesis subversivas y algunas
hasta heréticas, destinadas a causar la ruina de la Iglesia, cosa que no
llegará a consumarse, porque escrito está “que las fuerzas del infierno
no prevalecerán contra Ella”, aunque también profetizado está, en el
Apocalipsis de San Juan, que tales fuerzas infernales lograrán vistosos
triunfos temporales después de los cuales serán vencidas y aniquiladas.
Para no alargar demasiado este prólogo, sólo transcribiremos a
continuación lo que dice al respecto un importante periódico de la América
Latina de tendencias masónicas y comunistas. Nos referimos al semanario “Tiempo”,
publicado en la ciudad de México por el señor Martín Luis Guzmán,
distinguido jerarca de la masonería, y que en el número 1.119, volumen
XLIII, página 60, del 14 de octubre de 1963, dice refiriéndose a los obispos
llamados progresistas:
“La
rebelión de los obispos fue considerada por Ottaviani y demás cardenales del
“sindicato” como un principio de herejía. Hasta se habló en “L´Osservatore
Romano” de la posibilidad de que el Concilio depusiera al Papa si lo
consideraba hereje. El “sindicato” editó por entonces, octubre de
1962, un libelo titulado “Complotto Contro la Chiesa” y con el seudónimo
de Maurice Pinay”.
Hasta aquí el comentario del periódico antes mencionado.
Lo que le da a este libro un definitivo valor probatorio es que se
trata de una magnífica e importante compilación de documentos y fuentes de
indiscutible importancia y autenticidad que demuestran, sin lugar a dudas la
existencia de una gran conspiración que contra la Santa Iglesia Católica y
contra el mundo libre han tramado sus tradicionales enemigos, quienes
pretenden convertir el catolicismo en un instrumento ciego al servicio del
comunismo, de la masonería y del judaísmo, para así debilitar a la
humanidad libre y facilitar su hundimiento, y, con ello, la victoria
definitiva del comunismo ateo. Los instrumentos más útiles en tal conspiración
son los clérigos católicos que traicionan a la Santa Iglesia e intentan
destruir a sus más leales defensores, al mismo tiempo que ayudan en todo lo
que pueden a comunistas, masones y judíos en sus actividades subversivas.
Con la presente edición pretendemos dar la voz de alerta no solamente
a los católicos, sino a todos los anticomunistas de Venezuela y de la América
Latina, para que se den cuenta de los graves peligros que amenazan actualmente
no sólo a la Iglesia Católica, sino a la Cristiandad y al mundo libre en
general, y para que se apresten a brindar todo su apoyo al grupo benemérito
de cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes que están luchando en el
Concilio y en sus respectivos países contra los enemigos externos e internos,
tanto de la Santa Iglesia como del mundo libre, que con perseverancia satánica
intentan destruir las más sagradas tradiciones del catolicismo y hundirnos a
nosotros y a nuestros hijos en la espantosa esclavitud comunista.
Caracas, Venezuela, 15 de diciembre de 1963.
EL EDITOR
PRÓLOGO
A LA EDICIÓN ITALIANA
CONSPIRACIÓN
CONTRA LA IGLESIA
Roma,
31 de agosto de 1962.
Se está consumando la más perversa conspiración contra la Santa
Iglesia. Sus enemigos traman destruir sus más sagradas tradiciones y realizar
reformas tan audaces y malévolas como las de Calvino, Zwinglio y otros
grandes heresiarcas, con el fingido celo de modernizar a la iglesia y ponerla
a la altura de la época, pero en realidad con el oculto propósito de abrir
las puertas al comunismo, acelerar el derrumbre del mundo libre y preparar la
futura destrucción del cristianismo.
Todo esto, que parece increíble, se pretende realizar en el Concilio
vaticano II. Tenemos datos de que todo se ha tramado en secreto contubernio
con lo altos poderes del comunismo, de la masonería mundial y de la fuerza
oculta que los controla.
Planean iniciar un sondeo previo y comenzar por las reformas que menos
resistencia provoquen en los defensores de la Santa Iglesia, para ir llevando,
poco a poco, la transformación de ésta hasta donde la resistencia de
aquellos lo permita.
Afirman, algo todavía más increíble para quienes ignoran que esas
fuerzas anticristianas cuentan dentro de las jerarquías de la Iglesia con una
verdadera quinta columna de agentes incondicionales a la masonería, al
comunismo y al poder oculto que los gobierna, pues indican que esos
cardenales, arzobispos y obispos serán quienes formando una especie de ala
progresista dentro del Concilio, tratarán de llevar a cabo las perversas
reformas, sorprendiendo la buena fe y afán de progreso de muchos piadosos
padres.
Aseguran que el llamado bloque progresista, que se formará al
iniciarse el Sínodo, contará con el apoyo del Vaticano, al que esas fuerzas
anticristianas dicen influenciar. Esto nos parece increíble y fruto más bien
de alardes jactanciosos de los enemigos de la Iglesia que de una realidad
objetiva. Sin embargo, hacemos mención de esto para que se pueda ver hasta dónde
quisieran llegar los enemigos de la catolicidad y del mundo libre.
Además de reformas peligrosas en la Doctrina de la Iglesia y en su política
tradicional, que contradicen manifiestamente lo aprobado por Papas y concilios
ecuménicos anteriores, tratan los enemigos de la catolicidad de nulificar la
Bula de excomunión lanzada por S.S. Pío XII contra los comunistas y los que
con ellos colaboran, para tratar de establecer una convivencia pacífica con
el comunismo, que por otra parte, desprestigie a la Santa Iglesia ante todos
los cristianos que luchan contra el comunismo materialista y ateo, y por otra
parte, quebrante la moral de estos luchadores, facilite su derrota y provoque
la desbandada en sus filas asegurando el triunfo mundial del totalitarismo
rojo.
Estos enemigos procuran, que por ningún motivo sean invitados como
observadores aquellos protestantes y ortodoxos que heroicamente están
luchando contra el comunismo, sino únicamente las Iglesias o consejos de
Iglesias controlados por la masonería y el comunismo o el poder oculto que
los dirige. En esta forma, los masones o comunistas vestidos de hábito
sacerdotal que usurpan los puestos directivos en tales Iglesias, podrán
colaborar sutil, disfrazada, pero efectivamente, con sus cómplices
introducidos en el clero católico.
Por su parte, el Kremlin ha aprobado ya negar pasaporte a los prelados
firmemente anticomunistas, permitiendo solamente la salida de los Estados Satélites
a sus agentes incondicionales o a quienes sin serlo, se hayan doblegado ante
el temor de las represalias rojas. De esta manera, la Iglesia del Silencio
carecerá en el Concilio Vaticano II, de quienes mejor podrían defenderla
informando al santo Sínodo la verdad de lo que ocurre en el mundo comunista.
Sin duda, a quienes lean esto les va a parecer increíble, pero lo que
ocurra en el santo Concilio ecuménico les abrirá los ojos y los convencerá
de que estamos diciendo la verdad, porque es allí en donde el enemigo piensa
jugarse una carta decisiva, contando, según asegura, con cómplices
incondicionales en las más altas jerarquías eclesiásticas.
Otro de los planes siniestros que fraguan es el de lograr que la Santa
Iglesia se contradiga a sí misma, perdiendo con ello autoridad sobre los
fieles, porque luego proclamarán que una institución que se contradice, no
puede ser divina. Con este argumento piensan dejar las iglesias desiertas y
lograr que los fieles pierdan toda su fe en el clero para que lo abandonen.
Proyectan que la Iglesia declare que lo que durante siglos afirmó era
malo, ahora afirme que es bueno. Entre otras maniobras que preparan con dicho
fin destaca por su importancia el cambio de actitud de la Santa Iglesia con
respecto a los judíos réprobos, como llamó San Agustín tanto a los que
crucificaron a Cristo como a sus descendientes, enemigos capitales del
cristianismo.
La unánime doctrina de los grandes Padres de la Iglesia, ese “unanimis
consensus Patrum” que la Iglesia considera como fuente de fe, condenó a
los judíos infieles y declaró buena y necesaria la lucha contra ellos; lucha
en la que poniendo el ejemplo participaron destacadamente, como lo
demostraremos con pruebas irrefutables, San Ambrosio Obispo de MIlán, San Jerónimo,
San Agustín Obispo de Hipona, San Juan Crisóstomo, San Atanasio, San
Gregorio de Nazianzo, San Basilio, San Cirilo de Alejandría, San Isidoro de
Sevilla, San Bernardo y hasta Tertuliano y Orígenes; estos dos últimos en su
época de indiscutible ortodoxia.
Además, durante diecinueve siglos la Iglesia luchó enérgicamente
contra los judíos, como lo demostraremos también con documentos fidedignos
como las bulas de los Papas, actas de concilios ecuménicos y provinciales
como el famosísimo IV de Letrán y muchos otros, doctrinas de Santo Tomás de
Aquino, de Duns Scott y de los más importantes doctores de la Iglesia, y
también con fuentes judías de incontrovertible autenticidad, como las
enciclopedias oficiales del judaísmo, las obras de ilustres rabinos y las de
los más famosos historiadores judíos.
Pues bien, los conspiradores judíos, masones y comunistas pretenden en
el próximo Concilio, aprovechando, según dicen ellos, el desconocimiento de
la mayoría del clero sobre la verdadera historia de la Iglesia, dar un golpe
de sorpresa pugnando porque el santo Concilio ecuménico que está por
reunirse condene el antisemitismo y condene toda lucha contra los judíos,
que, como lo demostraremos también en esta obra con pruebas
incontrovertibles, son los dirigentes de la masonería y del comunismo
internacional. Pretenden que se declare que los judíos réprobos,
considerados como malos por la Iglesia durante diecinueve siglos, sean
declarados buenos y queridísimos de Dios, contradiciendo con ello el “unanimis
consensus Patrum” que estableció precisamente lo contrario, así como
lo afirmado por diversas bulas papales y cánones de concilios ecuménicos y
provinciales.
Como los judíos y sus cómplices dentro del clero católico consideran
toda la lucha contra las maldades de los judíos y sus conspiraciones contra
Cristo Nuestro Señor y la Cristiandad, han declarado, según lo demostraremos
también en este libro, que las fuentes del antisemitismo han sido: el mismo
Cristo, los Evangelios y la Iglesia Católica, que durante casi dos mil años
lucharon en forma perseverante en contra de los judíos que repudiaron a su
Mesías.
Lo que tratan pues, con la condenación del antisemitismo –que a
veces llaman racismo antisemita- es que S.S. el Papa y el sacro Concilio que
está por reunirse, al condenar el antisemitismo se siente el precedente
catastrófico de que la Iglesia se contradiga a sí misma y condene además,
sin darse cuenta y en forma tácita, al mismo Cristo Nuestro Señor, a los
Santos Evangelios, a los Padres de la Iglesia y a la mayoría de los Papas,
entre ellos a Gregorio VII (Hildebrando), a Inocencio II, a Inocencio III, a
San Pío V y a León XIII, que como lo demostraremos en esta obra lucharon
encarnizadamente contra los judíos y la Sinagoga de Satanás.
Al mismo tiempo, con tales condenaciones lograrían sentar en el
banquillo de los acusados a muchísimos concilios de la Santa Iglesia, entre
ellos, los ecuménicos de Nicea y II, III y IV de Letrán, cuyos cánones
estudiaremos en este libro y que tanto lucharon contra los hebreos. En una
palabra, los siniestros conspiradores traman que la Santa Iglesia, al condenar
el antisemitismo se condene a sí misma, con los resultados desastrosos que es
fácil comprender.
Ya en el Concilio Vaticano anterior intentaron iniciar, aunque en forma
encubierta, este viraje en la Doctrina tradicional de la Iglesia, cuando por
medio de un golpe de sorpresa y de insistentes presiones lograron que muchísimos
padres firmaran “un postulado a favor de los judíos”, en el que,
explotando el celo apostólico de los piadosos prelados, se hablaba
inicialmente de un llamado a la conversión de los israelitas, proposición
impecable desde un punto de vista teológico, para deslizar a continuación,
encubiertamente el veneno, haciendo afirmaciones que, como lo demostraremos en
el curso de este trabajo, significan una contradicción abierta con la
Doctrina establecida al respecto por la Santa Iglesia.
Pero en esa ocasión, cuando la Sinagoga de Satanás creía tener
asegurada la aprobación del postulado por el Concilio Vaticano, la asistencia
de Dios a su Santa Iglesia impidió que el Cuerpo Místico de Cristo se
contradijera a Sí Mismo y fructificaran las conspiraciones de sus milenarios
enemigos. Estalló súbitamente la guerra franco-prusiana; Napoleón III tuvo
que retirar precipitadamente las tropas que defendían a los Estados
Pontificios y los ejércitos de Victor Manuel se aprestaron a avanzar
arrolladoremente sobre Roma, por lo que se tuvo que disolver con rapidez el
santo Concilio Vaticano I y tuvieron que regresar a sus diócesis los
prelados, antres de que pudiera ponerse siquiera a discusión el famoso
postulado en favor de los judíos.
Por cierto, no fue esta la primera vez que la Divina Providencia impidió
por medios extraordinarios un desastre de tal género; la historia nos muestra
que lo ha hecho en infinidad de casos, utilizando como instrumento, en la
mayor parte de ellos, a los Papas, a piadosos prelados como San Atanasio, San
Cirilo de Alejandría, San Leandro, el Cardenal Aimerico y hasta humildes
frailes como San Bernardo o San Juan Capistrano. En casos como el citado
anteriormente, incluso se ha valido de monarcas ambiciosos como Victor Manuel
y el Rey de Prusia.
Sabedores nosotros a mediados del año pasado que el enemigo volvía a
la carga con una conspiración que tiene por objeto abrir las puertas al
comunismo, preparar el hundimiento del mundo libre y asegurar la entrega de la
Santa Iglesia en las garras de la Sinagoga de Satanás, nos lanzamos sin pérdida
de tiempo a recopilar documentos y escribir la presente obra que, más que un
libro sostenedor de cierta tesis es un conjunto ordenado de actas de los
concilios, bulas de los Papas y toda clase de documentos y fuentes de las que
desechamos todas aquéllas de autenticidad o veracidad dudosa, seleccionando
las de valor probatorio incontrovertible.
En este libro no sólo se denuncia la conspiración que el comunismo y
la Sinagoga de Satanás han tramado en contra del Concilio Vaticano II, sino
que se hace un estudio concienzudo de las anteriores conjuras que en más de
diecinueve siglos le sirvieron de precedente, pues lo que ocurrirá en el
santo Sínodo que está por reunirse ha ocurrido ya repetidas veces en los
siglos anteriores. por ello, para poder entender en toda su magnitud lo que va
a suceder es indispensable conocer los antecedentes y también la naturaleza
de esa quinta columna enemiga introducida en el seno del clero, haciendo para
ello un estudio detenido en la Cuarta Parte, basado en documentación
impecable.
Como además lo que se pretende de la Santa Sede y del Concilio
Vaticano II es que destruyan ciertas tradiciones de la Iglesia con el fin de
facilitar los triunfos del comunismo y la masonería, en las dos primeras
partes de esta obra hacemos un estudio minucioso recurriendo a las fuentes más
serias sobre lo que podría llamarse la quintaesencia de la masonería y del
comunismo ateo y estudiando la naturaleza del poder oculto que los dirige.
De esta manera, siendo la Cuarta parte de la obra la más importante,
las tres primeras, y sobre todo la tercera, hacen verdaderamente comprensible
en toda su magnitud la conspiración que amenaza a la Santa Iglesia;
conspiración que no se reduce a las actividades del próximo Sínodo
universal, sino que abarca todo el futuro de la Iglesia, ya que el enemigo
tiene calculado que si por cualquier motivo surgen en el santo Sínodo fuertes
reacciones contra sus proyectadas reformas que hagan fracasar el intento en el
Concilio Vaticano II, seguirá con posterioridad aprovechando cualquier
oportunidad para volver a la carga, utilizando las fuertes influencias que
dice tener en la Santa Sede.
Pero estamos seguros a pesar de las asechanzas del enemigo, la
asistencia de Dios a su Santa Iglesia hará fracasar esta vez, como en otras
anteriores, sus pérfidas maquinaciones. escrito está: “Las fuerzas del
Infierno no prevalecerán sobre Ella”.
Desgraciadamente hemos durado en la elaboración de este muy
documentado libro como catorce meses y faltan dos escasos para iniciarse el
santo Concilio Vaticano II. Dios nos ayude a vencer todos los obstáculos para
poder terminar su impresión, siquiera sea al iniciarse el Sínodo o cuando
menos antes de que el enemigo pueda causar los primeros daños, pues aunque
sabemos que Dios Nuestro Señor no permitirá una catástrofe como la que
planean, debemos recordar como dijo un ilustre santo que aunque sepamos que
todo depende de Dios, debemos obrar como si todo dependiera de nosotros. Y
como afirmó San Bernardo en una crisis tan grave como la actual: “A Dios
rogando y con el mazo dando”.
En el Segundo Tomo de esta obra se incluirán las partes quinta y sexta
de la misma, pero su publicación se hará con posterioridad, esperando las réplicas
y acostumbradas calumnias que lance contra ella el enemigo para contestárselas
en forma aplastante y contundente.
Viena,
20 de enero de 1963.
Debido a las innumerables peticiones que hemos recibido de parte de
miembros ilustres del respetable clero austríaco y alemán, hemos resuelto
imprimir la edición austríaca de la obra “Complot contra la Iglesia”.
Los padres del Concilio Vaticano II a quienes fue dedicada, tuvieron
oportunidad de comprobar en el transcurso del santo Sínodo que nuestra voz de
alarma sobre la existencia de un verdadero complot contra las sagradas
tradiciones de la Iglesia y sus defensas contra el comunismo ateo, tuvieron
plena confirmación en los hechos ocurridos en la primera parte del santo
Conciclio. Esto demuestra que nuestras aseveraciones correspondían a una trágica
verdad.
Los
sucesos que irán ocurriendo en los meses benideros irán confirmando a los
lectores que nuestra denuncia está fundada en una increíble pero triste
realidad. Los enemigos de la Iglesia, por medio de sus cómplices en el alto
clero, renovaron en la primera sesión del Sínodo universal el intento ya
realizado por los valdenses, los husitas y otros herejes medievales y
posteriormente por Calvino, Zwinglio y otros heresiarcas, consistente en negar
o restar a la Tradición de la Iglesia el carácter de fuente de revelación.
Sólo que ahora esgrimieron como pretexto el ideal sublime de la unidad
cristiana que todos deseamos, mientras que los herejes de antaño aducían, en
apoyo de esa misma tesis, otros tan diversos como sofísticos argumentos.
Intentar
que la Iglesia niegue a la Tradición su carácter de fuente doctrinal
reservando sólo a la Sagrada Biblia tal atributo, es intentar, ni más ni
menos, que la Santa Iglesia se contradiga a sí misma asegurando que es negro
lo que durante casi veinte siglos ha afirmado que es blanco, con el desastroso
resultado de que al contradecirse el Cuerpo Místico de Cristo pierda su
autoridad ante los fieles, puesto que una institución que se contradice en
los substancial no puede ser divina.
Dar
un paso semejante, sería colocar a la Santa Iglesia en situación tan falsa,
que no se justificaría ni con el señuelo de una pretendida unidad cristiana,
cuya realización es por ahora muy problemática y cuyo logro sobre tan
absurdas bases, significaría que la Santa Iglesia, reconociendo que estaba en
el error, se convertía en masa al protestantismo, cuyo postulado esencial ha
sido siempre reconocer únicamente la Biblia como fuente de la Verdad
Revelada, negándole tal carácter a la Tradición de la Iglesia Católica.
Es
increíble que los enemigos del catolicismo y sus cómplices en el alto clero
hayan tenido la audacia de ir tan lejos. Eso demuestra también que lo
predicho en nuestra obra, escrita antes del santo Concilio, fue confirmado por
los hechos y que el enemigo tenía infiltrados cómplices en el alto clero en
muy elevadas posiciones; pero según sabemos de muy buena fuente, al aparecer
este libro y ser distribuido entre los padres, los enemigos renunciaron,
aunque sólo por el momento, a lanzar las proposiciones todavía más audaces
que tenían preparadas como golpe de sorpresa fuera de las agendas para los últimos
días del Concilio. Entre estas proposiciones estaba la tendiente a pedir la
derogación de la Bula de excomunión de S.S. Pío XII contra los comunistas y
sus cómplices, el establecimiento de la convivencia pacífica entre la
Iglesia y el comunismo y la condenación del antisemitismo.
Sin
embrago, ese retroceso obligado por la denuncia hecha en este libro sería sólo
temporal en espera de que una cuidadosa propaganda elaborada de acuerdo con el
Kremlin, doblegara la resistencia de los defensores de la Santa Iglesia en
favor del establecimiento de una convivencia pacífica con el comunismo ateo,
que debilite frente a éste las defensas de la Iglesia y del mundo libre,
labor que sería realizada con el apoyo del dictador rojo el cual: liberaría
de sus prisiones a prelados sumidos en ellas durante largos años, enviaría
felicitaciones a Su Santidad el Papa y realizaría otros actos de aparente
amistad hacia la Iglesia para vigorizar los argumentos esgrimidos por los cómplices
del Kremlin en el alto clero en favor de la derogación de la Bula de excomunión,
haciendo posible un pacto de la Santa Sede con el comunismo.
Se
planea en Moscú, en contubernio con ciertos cómplices incrustados en las
altas esferas del Vaticano, que incluso se establezcan relaciones diplomáticas
entre la Santa Iglesia y el Estado soviético –ateo y materialista- con el
pretexto de que serían establecidas con el estado Vaticano, que lograría en
esa forma suavizar la persecución religiosa en Rusia.
En
realidad, lo que tratan el Kremlin y sus agentes de la jerarquía eclesiástica
es desmoralizar a los católicos y al heroico clero que lucha en Europa y en
el resto del mundo contra el comunismo, dando la impresión de que éste ya no
es tan malo desde el momento en que la Santa Sede acordó establecer
relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y con otros Estados
comunistas.
Se
trata también de quebrantar el espíritu de combate de los anticomunistas
norteamericanos, ya que con este nuevo paso se verían muy debilitados en su
lucha contra las fuerzas oscuras que tratan de sumir a los propios Estados
Unidos en el caos comunista. En una palabra, se pretende, como ya lo indicamos
en la Introducción a la edición italiana, quebrantar las defensas del mundo
libre y facilitar el triunfo final del marxismo ateo.
Pero
la audacia del comunismo, de la masonería y de los judíos llega a tal
extremo que ya hablan de controlar la próxima elección del papa,
pretendiendo colocar en el trono de San Pedro a uno de sus cómplices en el
respetable cuerpo cardenalicio. para ello, planean con las influencias que
dicen tener en el Vaticano, ejercer presión sobre Su Santidad el Papa, cuya
salud es muy delicada, induciéndole a hacer un nombramiento masivo de nuevos
cardenales aunque se rompan los límites establecidos, llegando al número
necesario para asegurar la designación de un Pontífice que convierta a la
Santa iglesia en un satélite al servicio del comunismo, de la masonería y de
la Sinagoga de Satanás.
Con
lo que no cuentan las fuerzas del Anticristo es con la asistencia que Dios
Nuestro Señor dará a su Iglesia impidiendo que prevalezca semejante
maniobra.
Baste
con recordar que no es la primera vez en la historia que lo intentan y que
como lo demostramos en esta obra, con documentos de indiscutible autenticidad,
los poderes del dragón infernal llegaron a colocar en el Pontificado a un
cardenal manejado por las fuerzas de Satanás, hasta dar la sensación por un
momento de que eran dueños de la Santa Iglesia. Pero Cristo Nuestro Señor,
que nunca la ha desamparado, inspiró la acción y armó el brazo de hombres
piadosos y combativos como San Bernardo, San Norberto, el Cardenal Aimerico,
los Padres de los Concilios de Etampes, de Reims, de Pisa y del II Ecuménico
de Letrán, que desconocieron su carácter de Papa al Cardenal Pierleoni, ese
lobo con piel de oveja que llegó por muchos años a usurpar el trono de San
Pedro, excomulgándolo y relegándolo al papel de antipapa que le correspondía.
Los
planes del Kremlin, de la masonería y de la Sinagoga de Satanás, por más
adelantados que se supongan, serán frustrados evidentemente por la mano de
Dios, pues como siempre surgirán nuevos San Atanasios, San Juanes Crisóstomos,
San Bernardos y San Juanes Capistranos, auxiliados con la inspiración y
fortaleza que Cristo Nuestro Señor les otorgue, para hacer fracasar en una
forma o en otra la siniestra conspiración que contra su Santa Iglesia y
contra el mundo libre traman una vez más las oscuras fuerzas del Anticristo
para facilitar el triunfo universal del imperialismo totalitario de Moscú.
En
la primera edición italiana nos vimos obligados a suprimir once capítulos de
la Cuarta Parte de este libro por la urgencia que teníamos de repartirla
entre los padres del Concilio Vaticano II, antes de que la bestia lanzara sus
primeros zarpazos; pero ahora que tenemos más tiempo para imprimir esta edición,
incluimos en ella los once capítulos mencionados que son de vital importancia
para la mejor comprensión de la diabólica conjura que amenaza en nuestros días
a la Santa Iglesia.
EL AUTOR
[Pinay,
Maurice. Complot contra la Iglesia
(1962). Tomo I. Ediciones “Mundo Libre”. México. 1985.]
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