IDENTIDAD CATÓLICA |
Capítulo
primero
LA
MASONERÍA: ENEMIGA DE LA IGLESIA
En vista de que el tema de este Segundo Libro ha sido tratado
con tal maestría y profundidad por personalidades eminentes y
copiosamente documentadas, como Su Santidad el Papa León XIII, el Eminentísimo
Cardenal José María Caro R., Arzobispo de Santiago de Chile, por Mons. León
Meurin, S.J., Arzobispo Obispo de Port-Louis y otros varios eruditos
escritores eclesiásticos y seglares, nos limitaremos a transcribir
literalmente tan autorizadas opiniones para no desvirtuar en lo más mínimo
su gran autoridad.
Su
Santidad León XIII, en su Encíclica “Humanum Genus”, dice
literalmente:
“Los Romanos Pontífices, Nuestros
Antecesores, velando solícitos por la salvación del pueblo cristiano,
conocieron bien pronto quién era y qué quería este capital enemigo apenas
asomaba entre las tinieblas de su oculta conjuración, y cómo, declarando su
santo y seña, amonestaron con previsión a Príncipes y pueblos que no se
dejaran coger en las malas artes y asechanzas preparadas para engañarlos. Diose
el primer aviso del peligro el año 1738 por el Papa Clemente XII (Const.
In eminenti, die 24 Aprilis 1738), cuya Constitución confirmó y renovó
Benedicto XIV (Const. Providas, die 18 Maii 1751), Pío VII (Const.
Ecclesiam a Iesu Christo, die 13 Septembris 1821) siguió las huellas de
ambos, y Leon XII, incluyendo en la Constitución Apostólica Quo graviora
(Cont. Apost. data die 13 martii 1825) lo decretado en esta materia por
los anteriores, lo ratificó y confirmó para siempre. Pío VIII (Encicl.
Traditi, die 21 Maii 1829), Gregorio XVI (Encicl. Mirari vos, die 15
Augusti 1832) y Pío IX (Encicl. Qui
pluribus, die 9 Novemb. 1846;
Aloc. consist. Multiplices inter, die 25 Septemb. 1865,
etc.) por cierto (...) repetidas veces, hablaron en el mismo sentido...”
“Ahora a ejemplo de Nuestros
Predecesores, hemos resuelto declararnos de frente contra la misma sociedad
masónica, contra el sistema de su doctrina, sus intentos y manera de sentir y
obrar, para más y más poner en claro su fuerza maléfica e impedir así el
contagio de tan funesta peste (...). No puede el árbol bueno dar malos
frutos, ni el árbol malo dar buenos frutos (Matth. cap. VII, v. 18), y los
frutos de la secta masónica son, además de dañosos, acerbísimos. Porque de
los certísimos indicios que hemos mencionado antes resulta el último y
principal de sus intentos, a saber: el destruir hasta los fundamentos todo el
orden religioso y civil establecido por el Cristianismo, levantando a su
manera otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las entrañas del
Naturalismo...”
“Sin esto, los turbulentos errores que
ya llevamos enumerados han de bastar por sí mismos para infundir a los
Estados miedo y espanto. Porque quitado el temor de Dios y el respeto a las
leyes divinas, menospreciada la autoridad de los Príncipes, consentida y
legitimada la manía de las revoluciones, sueltas con la mayor licencia las
pasiones populares, sin otro freno que la pena, ha de seguirse por fuerza
universal mudanza y trastorno. Y aún precisamente esta mudanza y trastorno es
lo que muy de pensado maquinan y ostentan de consuno muchas sociedades de
comunistas y socialistas, a cuyos designios no podrá decirse ajena la secta
de los
masones, como que favorecen en gran manera sus intentos y conviene con ellas
en los principales dogmas...”
“Sea como quiera, ante un mal tan grave
y ya tan extendido, lo que a Nos toca, Venerables Hermanos, es aplicarnos con
toda el alma en busca de remedios. Y porque sabemos que la mejor y más firme
esperanza de remedio está puesta en la virtud de la religión divina, tanto más
odiada de los masones cuanto más temida, juzgamos ser lo principal el
servirnos contra el común enemigo de esta virtud tan saludable. Así que todo
lo que decretaron todos los Romanos Pontífices, Nuestros Antecesores, para
impedir las tentativas y los esfuerzos de la secta masónica, cuanto
sancionaron para alejar a los hombres de semejantes sociedades o sacarlos de
ellas, todas y cada una de estas cosas damos por ratificadas y las confirmamos
con Nuestra autoridad apostólica”
(1).
Como se ve, tanto Su Santidad el Papa León
XIII como varios Sumos Pontífices anteriores son muy claros al condenar la
masonería, reconociendo asimismo sus intentos de destruir a la Cristiandad,
aliada con socialistas y comunistas. ¿Y quiénes dirigen la masonería? Como
lo demostraremos en los capítulos siguientes, son los mismos que dirigen al
socialismo, es decir: los judíos.
Capítulo
segundo
LOS
JUDÍOS: FUNDADORES DE LA MASONERÍA
“Desenmascarar
a la masonería es vencerla”,
dijo León XIII. Si la desnudamos de sus velos, todo espíritu recto, todo
corazón honrado se apartará de ella con horror; y por este solo hecho caerá
anonadada y execrada por los mismos que la obedecen.
El Ilustre sabio jesuita Monseñor León
Meurin, S.J., Arzobispo Obispo de Port-Louis, en su laboriosísima obra “Simbolismo
de la Masonería”, nos demuestra con documentación aplastante que los
judíos son los fundadores, organizadores y dirigentes de la masonería, la
cual utilizan para lograr el dominio mundial, destruir a la Santa Iglesia Católica
y demás religiones existentes. Entre la autorizada bibliografía que presenta
al respecto figuran algunas citas que mencionaremos a continuación:
“El
Primer Consejo Supremo, como ya hemos dicho, fue constituido el 31 de mayo de
1801, en Charleston, grado 33 de latitud norte, bajo la presidencia del judío
Isaac Long, hecho Inspector General por el judío Moisés Cohen, que había
recibido su grado en Spitzer, de Hyes, de Franken y del judío Morin”
(2).
“Eran
pues judíos los fundadores del primer Gran Consejo que había de convertirse
en el centro de la masonería cosmopolita. Y lo situaron en América, en una
ciudad elegida precisamente en el grado 33 de latitud norte. El Jefe Supremo
vive desde 1801 en Charleston. Este jefe era en 1889 Albert Pike, a quien ya
hemos nombrado en su Carta Encíclica, fechada el 14 de julio de 1889,
aniversario y centenario célebres, él toma los títulos de cada uno de los
33 grados y añade los siguientes: `Muy Poderoso Soberano Comendador, Gran
Maestre del Supremo Consejo de Charleston, Primer Consejo Supremo del Globo,
Gran Maestre Conservador del Palladium Sagrado, Soberano Pontífice de la
Masonería Universal´. Con estos títulos pomposos, publicó su carta Encíclica,
en el año trigésimo primero de su pontificado, asistido por diez Ilustrísimos,
Muy Iluminados y Muy Sublimes hermanos, Soberanos Grandes Inspectores
Generales, Magos Elegidos, que componente el Serenísimo Gran
Colegio
de los masones eméritos, Consejo de la Falange de Selección y del Batallón
Sagrado de la Orden”
(3).
“La
Encíclica enumera a los 23 Consejeros Supremos `engendrados´ hasta el
presente, ya directamente, ya indirectamente, por el de Charleston, esparcidos
por el mundo entero. Luego enumera cien Grandes Orientes y Grandes Logias de
todos los Ritos en comunicación con el Supremo Consejo de Charleston como
soberana Potencia masónica; por ejemplo, el Gran Oriente de Francia, el
Consejo General del Rito de Misrain, el Gran Consejo de los masones Oddfellows,
etc. De lo que antecede hemos de concluir que la Masonería es una sobre todo
el globo, con formas innumerables, pero bajo la dirección suprema del
Soberano Pontífice de Charleston...”
(4).
ORIGEN
JUDÍO
Los ritos y símbolos de la masonería y de otras sociedades secretas
recuerdan constantemente la cábala y el judaísmo: la reconstrucción del
Templo de Salomón, la estrella de David, el sello de Salomón, los nombres de
los diferentes grados, como por ejemplo: Caballero Kadosh (“Kadosh”
en hebreo significa santo), Príncipe de Jerusalén, Príncipe de Líbano,
Caballero de la serpiente de Airain, etc. Y la plegaria de los masones
ingleses, adoptada en una reunión celebrada en 1663, ¿no recuerda de una
manera evidente el judaísmo? (5).
“Finalmente
la masonería escocesa se servía de la Era judía; por ejemplo, un libro del
masón americano Pike (6), escrito en 1881, está fechado en el `anno mundi
5641´. Actualmente no se conserva esta cronología sino en los altos grados,
mientras que los masones añaden generalmente cuatro mil años en la Era
cristiana y no 3760 como los judíos”
(7).
El sabio rabino Benamozegh escribe lo que
sigue:
“Los
que quieran tomarse el trabajo de examinar cuidadosamente las cuestiones de
las relaciones entre el judaísmo y la francmasonería filosófica, la teosofía
y los misterios en general, perderán un poco de su soberbio desdén por la Cábala.
Cesarán de sonreir despectivamente ante la idea de que la teología cabalística
puede tener una misión que cumplir en la transformación religiosa del
porvenir”
(8).
¿Quiénes son los verdaderos dirigentes
de la masonería? Este es uno de los misterios de la secta, uno de los
secretos más cuidadosamente guardados; pero puede asegurarse que el trabajo
masónico en el mundo entero se desarrolla de acuerdo con un mismo y único
plan, que sus medios son siempre y en todas partes idénticos, y que los fines
perseguidos son constantemente los mismos. Esto nos induce a creer que existe
un centro único que dirige todos los movimientos de la secta.
Más adelante abordaremos esta cuestión,
pero recordemos que la “Carta de Colonia” fechada el 24 de junio de
1535 hablaba de un director de la masonería: el Gran Maestre Patriarca que
aunque conocido por muy pocos hermanos existe en realidad; y Gougenot des
Mousseaux indica que “esta
selección de la Orden, estos jefes efectivos que muy pocos iniciados conocen,
funcionan en la provechosa y secreta dependencia de los cabalistas israelitas”,
y que los verdaderos jefes de la masonería son “los
amigos, los auxiliares, los vasallos del judío a quien acatan como soberano
señor”
(9).
De la misma opinión participan Eckert,
Drumont, Deschamps, Monseñor Jouin, Lambelin y otros conocedores de las
cuestiones masónicas y judías.
Dejemos a un lado las enseñanzas dogmáticas
de la masonería y del hebraísmo y examinemos las alianzas entre el judaísmo
y la masonería desde el punto de vista meramente práctico y real.
Discurriendo con lógica no puede menos que aceptarse la conclusión siguiente
formulada por L. de Poncins en “Las fuerzas secretas de la revolución”:
“La universalidad de la Francmasonería, su duración, la invariabilidad de sus fines, que se explican perfectamente si se trata de una creación judía para servir a intereses judíos, serían absolutamente incomprensibles si su origen fuera cristiano. La misma finalidad de la Francmasonería, la destrucción de la civilización cristiana, nos descubre al judío, porque sólo el judío puede resultar beneficiado y únicamente el judío está animado de un odio suficientemente violento contra el Cristianismo, para crear una organización semejante”.
Prosigue Poncins:
“La
Francmasonería es una sociedad secreta. está dirigida por una minoría
internacional. Ha jurado un odio implacable al Cristianismo. Estos tres rasgos
característicos son precisamente los mismos que definen al judaísmo y
constituye la demostración de que los judíos son el elemento director de las
logias” (10).
La “Revue Internationale des Sociétés
Secretès” informaba en 1926 que:
“Ya
en 1867 se organiza la “Liga Internacional permanente de la Paz” y
su secretario el judío Passy esboza la idea de un tribunal para zanjar sin
apelación todos los conflictos entre las naciones”
(11).
LA
SOCIEDAD DE LAS NACIONES: OBRA JUDÍA.
El periódico “Los Archivos Israelitas” soñaba con un
tribunal análogo en 1864.
“¿No
es natural y aún necesario –escribía un tal Levy Bing- que veamos pronto
establecido otro tribunal, un tribunal supremo al que se sometan los grandes
conflictos públicos, las querellas entre nación y nación, que juzgue en última
instancia y cuya última palabra haga fe? Esta palabra será la palabra de
Dios, pronunciada por sus hijos primogénitos (los hebreos), y ante la cual se
inclinará con respeto la universalidad de los hombres, nuestros hermanos,
nuestros amigos, nuestros discípulos”
(12).
Tales son los sueños de Israel. Como
siempre, coinciden con los de la masonería. El “Almanaque de los
Francmasones”, escribe: “Cuando
se haya establecido la república en toda la vieja Europa...será cuando reine
Israel en autócrata sobre esta vieja Europa”
(13).
En el Congreso Universal de la Juventud
Judía celebrado el 4 de agosto de 1926, proclamaba el masón H. Justin Godard
que los judíos son “el
más firme sostén de la Sociedad de las Naciones, que les debe su existencia”
(14).
Aún precisa más el judío Cassin:
“El
renacimiento del Sionismo es obra de la Sociedad de las Naciones
(15). Por
eso las organizaciones judías se presentan como defensoras de la Sociedad de
las Naciones y por eso los representantes del pueblo elegido pululan en
Ginebra”
(16).
El Eminentísimo Cardenal José María
Caro, Arzobispo de Santiago y Primado de Chile, también en su documentada
obra “El misterio de la masonería”, demuestra que son los judíos
quienes dirigen a dicha secta con el objeto de dominar al mundo y aniquilar a
la Santa Iglesia. En relación a su origen afirma:
“El
Ritual masónico denuncia con evidencia su origen judío: los símbolos,
comenzando por la misma Biblia, el escudo de armas, en que se trata de
desplegar heráldicamente las varias formas de los querubines descritos en la
segunda visión de Ezequiel, un buey, un hombre, un león y un águila, las
dos columnas del templo masónico, recuerdo este último del templo
de
Salomón; la reconstrucción del templo, que es la obra masónica, etc. Las
leyendas y catecismos, tomados de gran parte de la Biblia, tergiversándola
casi siempre al saber masónico, especialmente la leyenda de Hiram, que tan
importante papel desempeña en el ritual masónico. Las palabras o términos
usuales, como los nombres de las columnas, Boaz y Jakin, las palabras de
reconocimiento y de pase, v.gr., Tubalcaín, Schiboleth, Mac-benac, Giblim o
Moabon, Nekum o Nekam, Abibalc, etc. La importancia que se da a los números,
cosa muy propia de la Cábala, es también otro testimonio de la influencia
cabalística en la masonería”.
“Finalmente,
los hechos, el reinado de terror, la explosión de odio satánico contra la
Iglesia, contra N.S. Jesucristo, las horribles blasfemias en que prorrumpían
los revolucionarios masones de Francia, no son más que la expresión y el
cumplimiento de las aspiraciones de las sectas cabalísticas y secretas que
durante tantos siglos venían trabajando secretamente en contra del
Cristianismo. Lo que los bolchevistas, judíos en su mayor parte, hacen ahora
en Rusia contra el Cristianismo, no es más que otra edición de lo que
hicieron los masones en la Revolución Francesa. Los ejecutores son distintos;
la doctrina que mueve y autoriza y la dirección es la misma”
(17).
Capítulo
tercero
LOS
JUDÍOS: DIRIGENTES DE LA MASONERÍA
El ilustre sabio jesuita Monseñor León Meurin, Arzobispo Obispo de
Port-Louis, en su documentada obra “Filosofía de la masonería”,
afirma lo siguiente:
“Los primeros once grados de la masonería
(del rito escocés) como veremos más adelante, están destinados a
transformar al `profano´ en `Hombre verdadero´, en el
sentido masónico; la segunda serie que va del grado 12 al 22 debe consagrar
al Hombre `Pontífice judío´ y la serie tercera del grado 23 al 33 ha
de consagrar al Pontífice `Rey judío´ o `Emperador cabalístico´...”
“Lo primero que sorprende al nuevo
adepto a una logia es el carácter judío de todo cuanto en ella encuentra.
desde el grado uno hasta el 30 no oye hablar sino de la `Gran obra´,
de reconstruir el templo de Salomón, del asesinato del arquitecto Hiram-Abiff;
de las dos columnas Boaz y Jakin (III, Reyes, VII, 21), de multitud de
contraseñas y palabras sagradas hebreas y de la Era judía, añadiendo 4000 años
a la nuestra, para no honrar el nacimiento del divino Salvador”
“Tras
haber establecido firmemente a la masonería en los diversos países
cristianos, los judíos se aseguraron el predominio de los Grandes Orientes en
número e influencia. Por otra parte establecieron gran número de logias
formadas exclusivamente por judíos. Ya antes de la revolución de 1789, los
hermanos von Ecker y Eckhoffen habían fundado en Hamburgo la `Logia de
Melquisedec´, reservada a judíos. Los hebreos von Hirschfeld y Cotter
crearon en Berlín a finales del siglo XVIII la `Logia de la Tolerancia´,
con el fin de aproximar por medio de la masonería a los cristianos y a los
judíos....”
(18).
Ya desde entonces usaban los judíos el
truco de aproximar a judíos y cristianos con el fin de controlar ideológica
y políticamente a estos últimos, o desorientarlos; pero, en esa época tenían
que recurrir a las “Sociedades Secretas”, ya que las leyes y las
costumbres de los estados cristianos de Europa estaban saturadas de medidas
tendientes a proteger a los cristianos en contra de los engaños de los judíos.
El citado arzobispo sigue diciendo que:
“El
periódico secreto masónico de Leipzig en su número correspondiente a
octubre de 1864 decía que `el centro de las logias judías funcionaba en
París, bajo la dirección de Crémieux y el Gran Rabino´ ”
(19).
LAS DOCTRINAS, SÍMBOLOS Y GRADOS MASÓNICOS PROVIENEN DEL JUDAÍSMO.
El ilustre Arzobispo Obispo de Port-Louis, hablando sobre el origen judío
de las doctrinas masónicas, dice lo siguiente:
“Los
dogmas de la masonería son los de la Cábala judía y en particular los de su
libro `Zohar’ “. (Luz).
“Ello
no consta en ningún documento masónico pues es uno de los grandes secretos
que los judíos guardan para sólo conocerlos ellos mismos. Sin embargo, hemos
podido descubrirlo siguiendo los rastros del número once...”
“Es aquí donde hemos descubierto los
dogmas fundamentales de la Cábala judía incorporados a la masonería”
(20).
Y en su obra “Simbolismo de la
masonería” el citado arzobispo dice:
“En
los capítulos precedentes quedaba siempre cierto número de símbolos masónicos
más o menos inaplicables. En éste todo cuanto representa un papel en la
masonería y en su leyenda se aplica al pueblo judío con una facilidad
asombrosa. En realidad cuanto existe en la masonería es profunda, exclusiva,
apasionadamente judío desde el principio hasta el fin”.
“¿Qué interés tienen las demás
naciones en reconstruir el templo de Salomón? ¿Lo hacen por ellas mismas o
por los judíos? ¿Son estas naciones o son los judíos quienes obtendrán de
ello algún beneficio? ¿Qué ventajas representa para ellas devorarse unas a
otras a fin de que triunfen en todo el mundo los `Príncipes de Jerusalén’
(grado 16), `Jefes del Tabernáculo´ (grado 23) o `Príncipes
del Tabernáculo´ (grado 24)? ¿Se han puesto de acuerdo las naciones para
servir de escabel a los pies de los judíos? (Salmo 109) ¿Por qué, pues, se
apresuran a colocar la corona (kether) en su cabeza y el reino (malkuth)
bajo sus pies?”.
“Es tan evidente que la masonería no es
sino una herramienta en manos de los judíos, que son los que la manejan, que
uno se siente tentado a creer que los masones no judíos pierden la
inteligencia y la facultad de raciocinio el
mismo
día en que por primera vez les vendan los ojos”
(21).
El Eminentísimo Cardenal Caro en su obra
“El misterio de la masonería” dice:
CONSIDERACIÓN MASÓNICA POR LOS JUDÍOS
“En la masonería se ha visto siempre una grande y especialísima
consideración por los judíos: cuando se habla se supersticiones jamás se
menciona la religión judía. Cuando estalló la Revolución Francesa, se pidió
con instancia la ciudadanía francesa para los judíos; rechazada una vez, se
insistió en pedirla, y fue concedida. El lector recordará que en esos días
se perseguía a muerte a los católicos. Cuando la Comuna de París, fue
menester defender del saqueo la Caja de fondos del Banco de Francia; nadie
amenazó los Bancos judíos. (`La Franc-Mau. Secte Juive¨, 60)”.
“La masonería ha mirado con horror el
antisemitismo, a tal punto, que un Hermano antisemita, que creía de buena fe
en la tolerancia de las opiniones políticas de la masonería se presentó en
Francia como candidato a diputado una vez y salió elegido y cuando de trató
de la reelección, se dieron órdenes expresas a las logias para que se le
hiciera la guerra, órdenes que no se ven casi nunca en las logias y tuvieron
que ser cumplidas”.
PREPONDERANCIA JUDAICA EN LAS LOGIAS
“En 1862, un masón de Berlín, dándose cuenta de la preponderancia
judía en las logias, escribía en una hoja de Munich: `Hay en Alemania una
sociedad secreta de formas masónicas que está sujeta a jefes desconocidos.
Los miembros de esta asociación son en su mayor parte israelitas...´En
Londres, donde se encuentra, como se sabe, el foco de la revolución, bajo el
Gran
Maestre Palmerston, hay dos logias judías que no vieron jamás a cristiano
pasar sus umbrales; allí es donde se juntan todos los hilos de los elementos
revolucionarios que anidan en las Logias Cristianas”.
“En Roma, otra Logia enteramente
compuesta de judíos, donde se reúnen todos los hilos de las tramas urdidas
en las Logias Cristianas, es el Supremo Tribunal de la Revolución”.
“Desde allí son dirigidas las otras
logias, por jefes secretos, de modo que la mayor parte de los revolucionarios
cristianos no son más que muñecos puestos en movimiento por judíos,
mediante el misterio”.
“En Leipzig, con ocasión de la feria
que hace acudir a esa ciudad una parte de los altos negociantes judíos y
cristianos de la Europa entera, la Logia Judía secreta es cada vez más
permanente, y jamás masón cristiano ha sido recibido en ella. He ahí lo que
hace abrir los ojos a más de uno de nosotros...No hay sino emisarios que
tienen acceso a las logias judías de Hamburgo y de Francfort”.
Gougenot des Mousseaux refiere este hecho
que confirma lo anterior:
“Desde la recrudescencia revolucionaria
de 1848 me encontraba en relación con un judío que, por vanidad, traicionaba
el secreto de las sociedades secretas en las cuales estaba asociado y que me
advertía con ocho o diez días de anticipación todas las revoluciones que
iban a estallar en un punto cualquiera de Europa. Le debo la inquebrantable
convicción de que todos esos grandes movimientos de los pueblos oprimidos,
etc., son combinados por una media docena de individuos que dan sus órdenes a
las sociedades secretas de toda Europa. El suelo está enteramente minado bajo
nuestros pies y los judíos suministran un gran contingente a esos
minadores”.
“En 1870, De Camille escribía a `Le
Monde´ que una gira por Italia había encontrado a uno de sus antiguos
conocidos, masón, y habiéndole preguntado cómo estaba la Orden, le respondió:
`He dejado mi Logia de la Orden definitivamente, porque he adquirido la
convicción profunda de que no éramos sino los instrumentos de los judíos
que nos empujaban a la destrucción total del Cristianismo’ . (`La F. M.
Secte Juive´, 43-46).
“Como confirmación de lo anterior voy a
transcribir una información que se encuentra en la `Revue des Sociétés
Secrètes´(págs. 118-119, 1924).
“1ª. La Internacional dorada
(plutocracia y alta finanza internacional), a cuya cabeza se encuentra: a) En
América: P. Morgan, Rockefeller, Wanderbilt y Wanderlippe (Varios de estos
nombres no parecen ser de lo mejor escogidos); b) En Europa: la casa
Rothschild y otras de orden secundario.
2ª. La Internacional roja o Unión
Internacional de la democracia social obrera. Esta comprende: a) la segunda
Internacional (la de Bélgica, judío Vandervelde); b) la Internacional No. 2
½ (la de Viena, judío Adler); y
c) la Internacional No. 3 o Internacional comunista (la de Moscú, judíos
Apfelbaum y Radek).
A esta hidra de tres cabezas que para más
comodidad obran separadamente, se agrega el Profintern (Oficina
Internacional de las asociaciones profesionales) que tiene su sede en
Amsterdam y dicta la palabra judaica a los sindicatos no afiliados aún al
bolchevismo.
3ª. La Internacional negra o Unión del
Judaísmo de combate. El principal papel es desempeñado en ella por la
organización universal de los Sionistas (Londres); por la Alianza Israelita
Universal fundada en parís por el judío Crémieux; por la Orden judía de
los B´naï - Moiche (hijos de Moisés) y las sociedades judías `Henoloustz`,
`Hitakhdoute´, `Tarbout´, `Keren-Haessode´, y otras
ciento, más o menos enmascaradas, diseminadas en todos los países del viejo
y del nuevo mundo.
4ª. La Internacional azul o Masonería
Internacional que reúne por medio de `la Logia Reunida de la Gran Bretaña´,
por medio de `la Gran Logia de Francia´ y por medio de los
Grandes Orientes de Francia, Bélgica, Italia, Turquía y de los demás países,
a todos los masones del universo. (El centro activo de esta agrupación, como
lo saben los lectores, es la Gran Logia `Alpina´).
La Orden judeo-masónica de los `B´naï-B´rith´,
que, contra los estatutos de las logias masónicas, no acepta sino judíos, y
que cuenta en el mundo más de 426 logias puramente judías, sirve de lazo
entre todas las Internacionales enumeradas más arriba.
Los dirigentes de la `B´naï-B´rith´
son los judíos: Morgentau, antiguo Embajador de los Estados Unidos en
Constantinopla; Brandeis, juez supremo en los Estados Unidos; Mack, sionista,
Warburg (Félix), banquero; Elkuss; Krauss (Alfred), su primer presidente;
Schiff, muerto ya, que ha subvencionado el movimiento de emancipación de los
Judíos en Rusia; Marchall (Luis), sionista.
Sabemos
de cierto, dice Webster, que los cinco poderes a que nos hemos referido –la
Masonería del Gran Oriente, la Teosofía, el Pan-Germanismo, la Finanza
Internacional y la Revolución Social- tienen una existencia muy real y
ejercen una influencia muy definida en los negocios del mundo. En esto no
tratamos de hipótesis sino de hechos basados sobre evidencia
documentada...”
(22)
“Los
judíos han sido los más conspicuos en conexión con la Francmasonería en
Francia desde la Revolución”
(23).
Capítulo
cuarto
CRÍMENES
DE LA MASONERÍA
Sobre los monstruosos crímenes de esa obra maestra del judaísmo
moderno que es la masonería, dice textualmente el Emmo. Cardenal Caro:
“La lectura del Ritual masónico deja
ver, al menos en varios grados, que prepara a sus adeptos para la venganza, la
revolución y, por lo tanto, el crimen. `En todos sus ritos´ dice Benoit,
`los masones son sometidos a una educación que les enseña, en la teoría y
en la práctica, la violencia. Se les dice que la Orden masónica tiene por
fin vengar la muerte de Adonhirán, de sus tres compañeros traidores, o la de
Jacobo Molay, de sus asesinos, el Papa, el Rey y Noffodai. En un grado, el que
va a iniciarse ensaya su valor sobre el cuello y cabezas guarnecidas de tripas
llenas de sangre; en otro grado, el que va a ser recibido debe derribar
cabezas colocadas sobre una serpiente, o aun degollar un cordero (grado 30 del
Rito Escocés A.A.), creyendo matar a un hombre. Aquí debe trabar sangrientos
combates con enemigos que le disputan la vuelta a la patria; allí hay
cabezas humanas expuestas sobre estacas, hay un cadáver encerrado en un ataúd
y, alrededor, los hermanos, de duelo, conciertan la venganza´”.
“Estas ceremonias diversas...tienen
como fin enseñar a los adeptos que es por medio de la violencia como la
masonería ha de destruir a sus enemigos, los sacerdotes y los reyes...”
(24).
Pero suspendamos por un momento la cita
que transcribimos del Cardenal Caro R., para preguntar: ¿Por qué la masonería
considera sus enemigos a los sacerdotes y a los reyes y ha luchado por
destruirlos?
La contestación la encontrará el lector
a partir de la Cuarta Parte de esta obra, en que con vasta documentación
demostramos que fueron durante casi dieciocho siglos, precisamente los
sacerdotes y los reyes, quienes, una vez tras otra, hicieron fracasar las
actividades judías tendientes a dominar al mundo.
Pero sigamos con lo que afirma el Cardenal
Caro R. en su documentada obra:
“Todos
conocen el asesinato de Rossi, Ministro de Pío IX, por sus antiguos hermanos
de la Carbonaria. Todos saben que Orsini fue encargado por las logias, en
1858, para atentar contra la vida de Napoleón III...”
(el intento de asesinato fracasó).
“En
el último siglo, el caballero Lescure, que quiso renunciar a la Logia
Ermenonville, fue envenenado: `Muerto víctima de esta infame horda de los
iluminados...´”.
“El
22 de octubre de 1916 fue asesinado el conde Stürgkh, canciller de Austria.
Fritz Adler, el asesino, era masón o hijo de masón, miembro de una logia de
altos dignatarios masónicos en Suiza. En su declaración defendió el derecho
de hacer justicia por sí mismo...”.
“En Francia, con ocasión del asunto
Dreyfus, fueron asesinados el Cap. d´Attel, que declaró contra él; el
diputado Chaulin Serviniere, que había recibido de d´Attel los detalles de
la confesión de Dreyfus; el prefecto Laurenceau, que denunció sumas de
dinero enviadas al extranjero a los amigos de Dreyfus, a su parecer para
soborno; el empleado del presidio, Rocher, que sostenía haber oído a Dreyfus
confesar parcialmente su delito. El Cap. Valerio, uno de los testigos contra
Dreyfus, y el presidente Faure, que se había declarado contrario a la revisión
del proceso, desaparecieron también en breve. Todos los defensores de dreyfus
eran masones, especialmente judíos”.
“En Suecia, el Hermano Gustavo III fue
asesinado por el H. Ankeström, Emisario de la Gr. Log. que presidía
Condorcet, según acuerdo de los masones reunidos en 1786, en Francfort sur
Maine...”.
“En Rusia, fue asesinado Pablo I, masón,
que, conociendo el peligro de la Hermandad, la prohibió estrictamente. Igual
suerte y por igual motivo tuvo su hijo Alejandro I, asesinado en Taganrog,
1825. (`Los grandes crímenes de la masonería’ . Trad.)”
ASESINATOS
DE PROFANOS
“En Francia, se les atribuye la muerte de Luis XVI. El Card. Mathieu,
Arzob. de Besançon, y Mons. Bessan, Ob. de Nimes, han referido en cartas
conocidas de todo el mundo, las revelaciones que les han sido hechas sobre la
resolución tomada en 1787, por el convento de Wilhelmsbad, de asesinar a Luis
XVI y al rey de Suecia. Estas revelaciones les habían sido hechas por dos
antiguos miembros de este convento...El asesinato del duque de Berry...el del
gran patriota y ardiente católico de Lucerna, Suiza, Leu..., han sido
resueltos y ejecutados por sectarios...”
“En Austria, el famoso crimen de
Sarajevo, ocasión de la Gran Guerra, fue decretado, anunciado con anticipación
y ejecutado a su tiempo por la masonería. `Un suizo, alto dignatario masónico,
se expresó en el año 1912, sobre este hecho, de la siguiente manera: El
heredero es un personaje de mucho talento, LASTIMA QUE ESTE CONDENADO; MORIRÁ
EN EL CAMINO AL TRONO. Madame de Tebes anunció su muerte los dos años que la
precedieron. Los principales culpables eran en su totalidad masones´. Todo
esto, dice Wicht, no es suposición, sino hechos judicialmente comprobados que
se silencian intencionalmente...”
“En Alemania fueron asesinados el
mariscal Echhorn y su ayudante, el capitán von Dressler, el 30 de julio de
1918. El día antes el diario masónico de París. `Le Matin´, escribía
que una `sociedad secreta patriótica´ había ofrecido un subido
premio por la cabeza de Echhorn. ya se puede suponer qué clase de sociedad
suministraría a `Le Matin´ la noticia”.
“En Italia fue asesinado Umberto I por
el anarquista Pressi, masón de una logia de Paterson, en Nueva Jersey,
Estados Unidos, aún cuando él mismo no había estado en América...Así se
ponía en práctica la explicación que en ciertos grados daban los
carbonarios a la inscripción de la cruz: I.N.R.I. `iustum necare reges
Italiae´: es justo asesinar a los reyes de Italia”.
“El 26 de marzo de 1855 cayó asesinado
en Parma el duque Carlos III; el asesino Antonio Carra, había sido escogido y
estimulado por Lemni el día antes en reunión secreta presidida por Lemni,
que fue más tarde Soberano Gran Maestre de la Masonería Italiana y mundial,
según parece. Un tal Lippo había confeccionado un maniquí para enseñar a
dar golpes de puñal más terribles y el ejecutor fue sorteado”.
“El 22 de mayo murió Fernando II de Nápoles;
se le dio en una rebanada de melón un veneno que le ocasionó una muerte
horriblemente dolorosa. El autor de este regicidio fue un francmasón afiliado
a una de las ramas más criminales de la secta, la llamada de los `Sublimes
Maestros Perfectos´. Era discípulo de Mazzini y una de las personas más
respetables de la corte. Margiotta no se atreve a dar su nombre (Marg., A.L.
21-34). En este autor se pueden leer innumerables crímenes más cometidos por
la masonería en Italia”.
“En Portugal fue asesinado el rey Carlos
y su hijo Luis. Los masones prepararon la caída de la monarquía. El Ven. H.
Magalhaes da Lima fue a París, en diciembre de 1907, donde el H. Moses,
miembro del Consejo de la Gr. Lo. lo recibió solemnemente. Magalhaes dio
conferencias en las que anunciaba `el hundimiento de la monarquía en
Portugal, la próxima constitución de la República´. El conocido
adversario de la masonería, Abbé Tourmentin, escribía entonces que los
masones estaban preparando manifiestamente un golpe contra la casa real
portuguesa, expresando el temor de que dentro de poco se arrojaría o se
asesinaría al rey Carlos. Diez semanas después se cumplían sus temores y
Tourmentin inculpaba pública y francamente a los masones de ese asesinato.
Estos han preferido el silencio”.
“En América. Se puede leer en Eckert
algunos detalles de la persecución y del asesinato de que fue víctima
Morgan, en Estados Unidos, por querer publicar un libro para revelar los
secretos de la Masonería, y la destrucción de la imprenta y persecución del
impresor, y de otros odiosos crímenes que sucedieron a ese asesinato, y la
indignación pública que hubo al saberse todo el favor que las autoridades,
masones por lo general, prestaron a los asesinos y el favor con que las logias
los miraron. (Eckert, II, 201 y sigs.)”.
“Es sabido también el asesinato del
presidente del Ecuador, García Moreno...”.
MATANZAS,
EJECUCIONES SUMARIAS Y SAQUEOS..
“Sería necesario leer la descripción de Taine, librepensador, para
tener idea de lo que pasó en Francia cuando dominaron los masones en 1789 y
tres años siguientes: Cuenta más de 150.000 fugitivos y desterrados; 10.000
personas muertas sin ser juzgadas en la sola provincia de Anjou; 50.000
muertos en la sola provincia del Oeste. En 1796 el general Hoche escribía al
ministro del Interior: `No hay sino un hombre por veinte de la población de
1789´. Ha habido hasta 400.000 detenidos a la vez en las prisiones, Más de
un millón doscientos mil particulares han sufrido en sus personas; varios
millones, todos los que poseían algo, han sufrido en sus bienes. (Taine, cit.
por Benoit, F.M. II, 268, nota)” (25).
El que desee más datos debe leer la obra
del Eminentísimo Cardenal Caro “El misterio de la masonería”.
Capítulo
Quinto
LA
MASONERÍA PROPAGADORA DE LAS REVOLUCIONES JACOBINAS
El Arzobispo Obispo de Port-Louis, Monseñor León Meurin, en su obra
“Filosofía de la Masonería”, dice:
“En 1844, Disraeli ponía en boca del
judío Sidonia las siguientes palabras (Coningsby, VI, XV): `Desde que
la sociedad inglesa ha comenzado a agitarse y sus instituciones se ven
amenazadas por asociaciones poderosas, ven ustedes a los judíos, antes tan
leales, en las filas de los revolucionarios...Esa misteriosa diplomacia rusa
que tanto alarma a los occidentales, está organizada, y en su mayor parte
realizada por judíos...: la
formidable
revolución que se está preparando en Alemania, cuyos efectos serán aún más
grandes que los
de
la Reforma, se lleva a cabo totalmente bajo los auspicios de los judíos. En
el conde Cancrín, ministro de finanzas ruso, reconozco a un judío lituano;
en el ministro español señor Mendizábal, veo un judío aragonés; en el
presidente del Consejo francés mariscal Soult, reconozco al hijo de un judío
francés; en el ministro prusiano, conde de Arnim veo un judío...Ya ve,
querido Coningsby, que el mundo está gobernado por personajes muy distintos
de los que creen los que no están
entre
bastidores´”.
“Durante la revolución de 1848,
dirigida por el Gran Oriente de Francia, su Gran Maestre, el judío Crémieux,
llegó a ser ministro de Justicia. Este hombre fundó en 1860 la Alianza
Israelita Universal y proclamó, con inconcebible descaro en los Archivos
Israelitas de 1861 (pág. 651) que `en lugar de los Papas y los Césares,
va a surgir un nuevo reino, una nueva Jerusalén´. ¡Y nuestros buenos
masones, con los ojos vendados, ayudan a los judíos en la `Gran Obra´ de
construir ese nuevo Templo de Salomón, ese nuevo Reino césaro-papista de los
cabalistas!”.
“En 1862, un masón berlinés hizo
editar un folleto de ocho páginas, quejándose de la preponderancia que los
judíos tenían en las logias. Bajo el título `Signo de los tiempos´,
señalaba el peligroso carácter de las elecciones berlinesas del 28 de abril
y 6 de mayo del mencionado año. `Un elemento –decía- ha aflorado a la
superficie y ha ejercido una peligrosa influencia disolvente en todos los
sentidos: el judío. Los judíos están a la cabeza con sus escritos, palabras
y acciones; son jefes y agentes principales en todas las empresas
revolucionarias, hasta la construcción de barricadas. Bien claro se ha visto
esto en Berlín, en 1848. ¿Cómo es posible que en Berlín hayan sido
elegidos 217 electores especiales judíos y que, en dos distritos, hayan sido
elegidos sólo judíos con exclusión de cualquier otro candidato
cristiano?”.
“Este estado de cosas iba a empeorar
desde entonces. Los judíos formaban la mayoría de la Corporación municipal,
de modo que Berlín podía ser llamado, con justicia, la capital de los judíos”.
“En la Prensa, los judíos hablan del
`pueblo´ y de la `nación´, como si sólo hubiese judíos y los cristianos
no existiesen. La explicación de tal hecho pueden darla los masones
agitadores que, según el Hermano Lamartine, originaron las revoluciones de
1789, 1830, 1848, etc, etc., declaración confirmada por el Hermano Garnier
Pagés, ministro de la República, que declaró públicamente, en 1848, que
`la revolución francesa de 1848 constituía el triunfo de los principios de
la liga masónica; que Francia había recibido la iniciación masónica, y que
40.000 masones habían prometido su ayuda para concluir la obra gloriosa del
establecimiento de la República, destinada a extenderse por toda Europa, y,
al fin, sobre toda la faz de la tierra´”.
“El colmo de todo esto es el poder político
y revolucionario de los judíos, según las palabras de J. Weil, jefe de los
masones judíos, que decía en un informe secreto: `Ejercemos una poderosa
influencia sobre los movimientos de nuestro tiempo y del progreso de la
civilización hacia la republicanización de los pueblos´. Otro jefe masónico,
el judío Louis Boerne, decía, también en un escrito secreto: `Hemos
sacudido con mano poderosa los pilares sobre los que se asienta el viejo
edificio, hasta hacerles gemir´.
“Mendizábal, también judío, alma de
la revolución española de 1820, llevó a cabo la toma de Oporto y Lisboa y,
en 1838, realizando, mediante su influencia masónica, la revolución en España,
llegando a primer ministro”.
Y sigue diciendo el Excmo. Sr. Arzobispo:
“El judío Mendizábal, había prometido
como ministro, restaurar las precarias finanzas de España, pero, en corto
espacio de tiempo, el resultado de sus manipulaciones fue un terrible aumento
de la deuda nacional, y una gran disminución de la renta, en tanto que él y
sus amigos amasaban inmensas fortunas. La venta de más de 900 instituciones
cristianas, religiosas y de caridad, que las cortes habían declarado
propiedad nacional a instigación de los judíos, les proporcionó magnífica
ocasión para el fabuloso aumento de sus fortunas personales. Del mismo modo,
fueron tratados los bienes eclesiásticos.
La
burla impudente de los sentimientos religiosos y nacionales, llegó hasta el
punto de que la querida de Mendizábal se atrevió a lucir en público un magnífico
collar que, hasta poco tiempo antes, había servido de adorno a una imagen de
la Santa Virgen María, en una de las iglesias de Madrid.”
“El masón berlinés de que hacíamos
mención al principio continuaba diciendo: “El peligro para el trono y el
altar, amenazados por el poder de los judíos, según acaban de hacer los
jefes de la Masonería Alemana´, al decir: `Los judíos han comprendido que
el `arte real´ (el arte masónico) era un medio capital para establecer sólidamente
su propio reino esotérico...El peligro amenaza, no solamente a la masonería,
nuestra Orden, sino a los estados en general...Los judíos encuentran en las
logias múltiples ocasiones para practicar su archiconocido sistema de
corrupción, sembrando la confusión en muchos asuntos...Si se tiene presente
el papel que jugaron los judíos en los crímenes de la Revolución francesa y
en la usurpación corsa; si se tiene en cuenta la obstinada creencia de los
judíos en un futuro Reinado israelita sobre todo el universo y su influencia
sobre el gran número de ministros de Estado, se advertirá cuán peligrosa
puede ser su actividad en los asuntos masónicos. El pueblo judío forma una
casta en oposición hostil a toda la raza humana, y el Dios de Israel no ha
elegido más que a un pueblo, al que todos los demás han de servir de
`escabel´”.
“Considerad
que entre los 17 millones de habitantes de la Prusia, no hay más de 600.000
judíos; considerad con qué ardor convulsivo trabaja esta nación, de
vivacidad oriental e irreprimible, para lograr por todos los medios subvertir
el estado; por ocupar, incluso mediante dinero, los establecimientos de enseñanza
superior y monopolizar en su favor los puestos del Gobierno...”
Y continúa diciendo el ilustre Arzobispo:
“Carlyle,
una de las mayores autoridades masónicas, dice, (pág. 86): `La Masonería
de la Gran Logia es, en la actualidad, enteramente judía’.”
“La `Gaceta de la Cruz´, órgano
principal de los conservadores prusianos, dedicó, del 29 de junio al 3 de
julio de 1875, una serie de artículos en los que se demostraba que los
principales ministros de los gobiernos alemán y prusiano, sin exceptuar al príncipe
de Bismarck, estaban en manos de los reyes judíos de la Bolsa, y que los
banqueros judíos eran quienes, de manera práctica, gobernaban Prusia y
Alemania. Esto hizo decir al judío Gutzkow: `Los verdaderos fundadores del
nuevo Imperio alemán son los judíos; judíos son los adelantados en todas
las ciencias, la prensa, la escena y la política´ “.
“M.
Stamm escribió en 1860 un libro sobre este tema, en el que se prueba que `el
reino de la libertad universal sobre la tierra será fundado por los judíos´.
En el mismo año, Sammter publicó en el Volsblait una larga carta para
demostrar que `los judíos ocuparán muy pronto el lugar de la nobleza
cristiana; la aristocracia caduca debe perder su puesto en esta época de luz
y de libertad universales, a la que tan próximos estamos. ¿No comprendéis
–escribe- el verdadero sentido de la promesa hecha por el Señor Dios
Sabaoth a nuestro padre Abraham?, promesa que se ha de cumplir con seguridad,
la de que un día todas las naciones de la tierra serán sometidas a Israel.
¿Creéis que Dios se refería a una monarquía universal, con Israel como
rey? ¡Oh, no! Dios dispersó a los judíos sobre toda la superficie del
globo, a fin de que constituyesen una especie de fermento, entre todas las
razas, y al cabo, como elegidos que son, extendiesen su dominación sobre
ellas´ “.
“No
es probable que la terrible opresión sufrida por las naciones cristinas de
Europa, que se ven empobrecidas por la usura y la avaricia de los judíos, y
que se quejan de ver las riquezas nacionales acumuladas en manos de los
grandes banqueros, se calme con esporádicos levantamientos antisemitas. Las
monarquías cuyos cimientos no están aún pulverizados por el martillo masónico,
y cuyas dinastías no están aún reducidas al nivel de los masones
descamisados, descalzos y con los ojos vendados, se coaligarán contra la
secta monstruosa, y harán pedazos las filas de los anarquistas. El propio
Carlyle, masón furioso dice, aterrado de la suerte de la humanidad entre las
manos de los judíos: `Cuando los legisladores vuelvan a ocuparse de las
sociedades secretas, harán bien en no hacer una excepción en favor de la
Masonería´ ”.
“El
privilegio del secreto está legalmente acordado a los masones en Inglsterra,
Francia, Alemania, y, creemos que en todos los países. El hecho de que todas
las revoluciones salgan del fondo de las logias, sería inexplicable si no
supiéramos, que, con la momentánea excepción de Bélgica, los ministerios
de todos los países se hallan en manos de masones dirigidos, en el fondo, por
los judíos”
(26).
Uno de los testimonios más interesantes
es seguramente el del masón Haugwitz, inspector de las logias de Prusia y de
Polonia. En 1777 –escribe en sus memorias- “me
hice cargo de la dirección de las logias de Prusia, Polonia y Rusia. Allí he
adquirido la firme convicción de que todo lo que ha sucedido en Francia desde
1789, la Revolución, es una palabra, incluso el asesinato del rey con todos
sus horrores, no sólo se había decretado en aquel tiempo,, sino que todo fue
preparado por medio de reuniones, instrucciones, juramentos y señales que no
dejan lugar a duda ninguna acerca de la inteligencia que todo lo meditó y
dirigió”
(27).
En lo que concierne al asesinato de Luis
XVI, tenemos igualmente el testimonio del jesuita padre Abel. “En
1784 –declara- tuvo lugar en Francfort una reunión extraordinaria de la
Gran Logia Ecléctica...Uno de los miembros puso a discusión la condenación
a muerte de Luis XVI, rey de Francia, y de Gustavo III, rey de Suecia. ese
hombre se llamaba Abel. Era mi abuelo”
(28).
Barruel, en su obra “Memorias para la
historia del Jacobinismo”, dice:
“Después
de esta reunión uno de sus miembros, el marqués de Visieu, declaraba lo
siguiente: `Lo que puedo deciros es que se trama una conspiración tan bien
urdida y tan profunda, que será muy difícil que no sucumban la religión y
los gobiernos´
“ (28).
Maurice Fara, en su libro “La masonería
en descubierto”, dice que:
“La
existencia de esta conspiración y su propósito de asesinar al rey de Francia
y al rey de Suecia aparecen igualmente confirmados por la mayor parte de los
autores que han hecho investigaciones serias sobre la cuestión masónica
(30) y
los acontecimientos trágicos las confirman igualmente. El 21 de enero de 1793
el rey Luis XVI muere guillotinado después de un simulacro de juicio en el
que la mayoría de los jueces son masones. Un año después, el rey Gustavo
III es asesinado por Aukastrem, discípulo de Condorcet. El mismo año
desaparece misteriosamente el emperador Leopoldo”.
“En
un discurso pronunciado el 4 de marzo de 1882 en la logia `Libre Pensamiento´,
de Aurillac, decía el masón Paul Roques: `Después de haber trabajado en la
revolución política, la Franc-Masonería debe trabajar en la revolución
social...´ “
(31).
Y en la Memoria del Gran Oriente de
Francia se afirma:
“Que
Francia, para vivir, no sacrifique la razón misma de su existencia: el ideal
filosófico, político y social de sus antepasados de 1789; que no apague la
antorcha del genio revolucionario con la que ha iluminado al mundo”. Y
añade
el mismo orador: “La peor humillación para Francia consistiría en renegar
de la obra de la revolución...que perezca al menos sin haber abdicado su
ideal”.
(32).
Otros documentos masónicos de
indiscutible valor nos informan que:
“Nunca
se podrá olvidar que fue la revolución francesa la que dió realidad a los
principios masónicos preparados en nuestros templos”, decía un orador en
el Congreso Masónico de Bruselas
(33) y
en una reunión de la logia de Angers celebrada en 1922 exclamaba uno de los
hermanos: “La Franc-Masonería, que ha desempeñado el papel más importante
en 1789, debe estar dispuesta a suministrar sus cuadros de combate a una
revolución siempre posible”
(34).
“Pasemos
al estudio de la participación de los judíos en las revoluciones en general.
Ya en 1648 el gran jefe revolucionario Cromwell estaba sostenido por los judíos;
una delegación venida `del fondo de Asia y dirigida por el rabino Jacob ben
Azabel´ se presentó ante el dictador inglés. No se hicieron esperar los
resultados de las conversaciones que se entablaron y Cromwell usó de todo su
poder para derogar las leyes de restricción impuestas a los judíos en
Inglaterra
(35). Uno
de los más íntimos colaboradores de Cromwell fue el rabino de Amsterdam,
Manassé ben Israel”. (36)
El famoso investigador de la masonería
Maurice Fara, nos cita que:
“Ernesto
Renán, que no puede ser sospechoso de antisemitismo, escribía lo que sigue:
`En el movimineto revolucionario francés el elemento judío desempeñaba un
papel capital´ y es muy difícil no estar de acuerdo con él. Es verdad que
hacia 1789 los judíos operaban con mucha prudencia y se ocultaban tras las
organizaciones masónicas y las sociedades filosóficas, pero esto no impedía
que algunos de los hijos de Israel tomaran parte activa en los acontecimientos
revolucionarios y se aprovecharan de ellos desde el punto de vista material.
El primer tiro contra los guardias suizos de la Tullerías, el 10 de agosto de
1791, fue disparado por el judío Zalkind Hourwitz Lang
(37).
pero como este ardor bélico encierra muchos peligros, prefieren los judíos
dedicarse a otras actividades menos peligrosas y sobre todo más lucrativas.
El viejo hebreo Benoltas, hombre millonario de esta plaza (Cádiz) queda
nombrado por ahora tesorero general de la Orden, y cuenta ya con un fondo
disponible de trescientos mil pesos fuertes (Máxima 44 del Grande Oriente
Español, 1º de abril de 1824)”
(38).
P. Gaxotte, en su obra “La Revolución
Francesa”, afirma que:
“El
avituallamiento de los Ejércitos republicanos se realizaba por los israelitas
Bidermann, Max Beer, Moselmann y otros, y esto dio lugar a las quejas
formuladas por el comandante Bernanville, del Ejército del Mosela, porque se
le enviaban para las tropas calzados de adolescente con suela de cartón,
medias de niño y lonas para tienda completamente podridas”
(39).
Capefigue, en su obra “Las grandes
operaciones financieras”, dice que:
“En cuanto fueron abolidas las leyes que
restringían los derechos de los judíos gracias a la intervención del abate
Gregoire, de Mirabeau, Robespierre y otros (esto lo hacen el primer día todos
los Gobiernos revolucionarios), y `en cuanto prevalecieron las ideas de 1789,
descargó sobre Francia una verdadera nube de extranjeros, especialmente judíos
de las orillas del Rhin´ (40). Entonces fue cuando aparecieron en la arena
política los Klotz, los Benjamin Veitel Ephraim, los Etta Palm, etc. `El Mesías
ha venido para nosotros el 28 de febrero de 1790 con los Derechos del Hombre´
(41), escribía el judío Cahen, y, en efecto, la concesión a los judíos de
todos los derechos de ciudadanía fue una de las grandes victorias de
Israel”.
Dice el historiador israelita Bédarride:
“La
revolución de 1830 no ha hecho sino consagrar estos felices resultados.
Cuando en 1848 la soberanía del pueblo alcanzó sus últimos límites
surgieron nombres israelitas en las más altas regiones del poder”
(42). Estos elegidos, estos representantes del pueblo ostentaban apellidos tan
franceses como los de Fould, Cerfbeer, Crémieux, etc.
Pero no fue sólo en Francia donde la
judería desempeñó un papel preponderante en los movimientos
revolucionarios. El culto escritor francés R. Lambelin afirma: “El
movimiento revolucionario que agitó la Europa central en 1848, fue preparado
y sostenido por los judíos”
(43), así lo demuestran numerosos hechos y documentos.
“Entre
los autores de la revolución de 1870 y entre los miembros de la Commune,
aparecen igualmente los judíos representados por Ravel Isaac Calmer, Jacob
Pereyra y otros. El autor precitado señala la presencia de 18 judíos entre
los principales miembros de la Commune”
(44).
Asegurando el escritor francés Drumont,
que durante el incendio de París en 1871 los incendiarios dejaron intactos
los 150 edificios que pertenecían a la familia Rothschild.
Continuando el estudio de estos
movimientos en Europa, volvemos a encontrar a los judíos: el poeta Heine,
Carlos Marx, Lasalle y otros muchos.
Drumont escribe:
“Para
destruir la antigua sociedad que lo repelía, el judío ha sabido colocarse a
la cabeza de la acción democrática. Los Carlos Marx, los Lasalle, los
principales nihilistas, todos los jefes de la revolución cosmopolita son judíos.
de este modo imprimen los judíos al movimiento la dirección que le
conviene”
(45).
Y el escritor francés, Mauruce Fara,
dice:
“No
olvidemos que los fundadores de la Internacional en 1864 fueron los judíos
Marx, Neumeier, Fribourg, James Cohen, Lasalle, Aaron, Adler, Franckel y, el
único no judío (¿), Compers”.
“Para dirigir el movimiento
revolucionario se fundó en Francia el tan conocido diario `L´Humanité´.
Para ello se abrió una suscripción que proporcionó la suma de 780.000
francos. Citaremos entre los doce donantes que `por casualidad´ eran todos
judíos: Levy Brul, Levy Bram, A. Dreyfus, L. Dreyfus, Herr, Eli Rodríguez,
León Picard, Blum, Rouff, Kasevitz, Salomón Reinach y Sachs”
(46).
Después de leído lo que procede no puede
causar extrañeza que en el sínodo judío de Leipzig del 29 de junio de 1869
se aprobara la siguiente moción:
“El
Sínodo reconoce que el desarrollo y la realización de los principios
modernos (léase revolucionarios) son las más firmes garantías para el
presente y el porvenir del judaísmo y de sus miembros. Son las condiciones más
enérgicamente vitales para la existencia expansiva y el mayor desarrollo del
judaísmo” (47).
“En
muchos aspectos la revolución no ha sido sino una aplicación del ideal que
`Israel había traído al mundo´ “
(48) según escribe Leroy Beaulieu, autor nada tachado de antisemitismo. Es
preciso darle la razón porque no se puede negar la importancia de la
intervención judía en la obra revolucionaria.
ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD DE LAS NACIONES.
El citado investigador Maurice Fara, afirma que:
“Hemos visto a la Sociedad de las
Naciones fundada y sostenida por las mismas fuerzas ocultas que nos
encontramos siempre que se trata de destruir; hoy en día la masonería, sus
auxiliares, los partidos de izquierda y, detrás de todos, la judería, tratan
de exterminar el sentimiento nacional y el principio de soberanía de los
estados por la creación de un super-gobierno internacional, y al mismo tiempo
de desmoralizar a los pueblos con una propaganda antimilitarista y pacifista.
Perdido el sentimiento nacional, esos pueblos estarán completamente
desarmados frente a esta fuerza oculta y sagaz que pudiéramos llamar el
imperialismo judeo-masónico”.
“La
Sociedad de las Naciones fue inaugurada el 10 de enero de 1920; los estatutos
elaborados en las Asambleas masónicas fueron muy poco modificados...”
(49).
Y en una nota del traductor argentino, a
la citada página 115 de la obra de Maurice Fara, se lee lo siguiente:
“El
H. Eugenio Berteaux ha propuesto recientemente a la Gran Logia de Francia que
se derogue el artículo 17 de la Constitución de dicha Gran Logia, que
prescribe a todos sus adeptos que se sometan a la `legislación del país en
que tengan facultad de reunirse libremente, y que se hallen dispuestos a todos
los sacrificios que su patria les exija´, porque `conforme a los principios
de una moral universal, todo franc-masón es por definición, un hombre
esencialmente libre, que no depende sino de su conciencia´, y `nuestra
conciencia masónica no puede exigir imperativamente a sus adeptos que estén
dispuestos a todos los sacrificios que la Patria les exija´. La derogación
que propone redundará `en beneficio de la salvaguardia de las conciencias
individuales, entendiéndose que, en caso de reproducirse conflictos trágicos,
esas conciencias individuales obedecerán o no, bajo su propia
responsabilidad, a los llamamientos de su sensibilidad, de su razón y de su
fe en la Verdad Suprema´ “
(50).
LA ACCIÓN JUDÍA Y MASÓNICA FRENTE AL CRISTIANISMO
El Eminentísimo Cardenal Caro, nos asegura, a este respecto, que:
“Es
indudable que la acción de la masonería contra la Iglesia Católica no es más
que la continuación de la guerra a Cristo practicada por el Judaísmo desde
hace más 1900 años, eso sí que acomodada, mediante el secreto, el engaño y
la hipocresía, a las circunstancias en que tiene que hacerla...”
“No olvidemos que el Judaísmo rabínico
es el declarado e implacable enemigo del Cristianismo, dice Webster. El odio
al Cristianismo y a la persona de Cristo no es cosa de historia remota ni
puede mirarse como el resultado de persecución: forma una parte íntegra de
la tradición rabínica originada antes de que tuviera lugar cualquiera
persecución de los judíos por los cristianos, y ha continuado en nuestro país
mucho después de que esa persecución ha terminado...”
(51).
Por su parte, el “The British
Guardian” (13 Marzo 1925), hace esta afirmación: “...la
Iglesia Cristiana es atacada hoy como no lo ha sido jamás durante siglos, y
este ataque es casi exclusivamente la obra de los judíos”
(52).
Añade el Excmo. Mons. Cardenal José Mª
Caro:
“Por
lo demás, las relaciones de la Masonería o del Judaísmo perseguidor de la
Iglesia Católica y, según los casos, de todo el Cristianismo, con el
Bolchevismo y Comunismo, en Méjico, en Rusia, en Hungría y con la amenaza de
hacerlo en todas partes, es cosa pública, como lo es la relación del Judaísmo
con la Masonería”
(53).
NOTAS:
[1]
León XIII, Carta Encíclica Humanum Genus, abril 20 de 1884.
[2]
Pablo Rosen, Satán y Cía. Buenos Aires, 1947. p. 219.
[3]
Adolphe Ricoux, L´existence des loges de femmes (La existencia de
logias femeninas). París: Téqui, 1891. pp. 78-95.
[4]
Monseñor León Meurin, S.J. Arzobispo Obispo de Port-Louis, Simbolismo de
la masonería. Madrid: Editorial Nos, 1957. pp. 201-202.
[5]
“Revue Internationale des Sociétés Secrètés” (RISS). París,
1913, no. 2, p. 58
[6]
Albert Pike, La moral y el dogma en el rito escocés. Anno mundi 5641
(1881).
[7]
Maurice Fara, La masonería en descubierto. Buenos Aires: La hoja de
roble, 1960. p. 23.
[8]
Rabino Benamozegh, Israel y la humanidad. París,
1914. p. 71.
[9]
Gougenot des Mousseaux, Le juif, le judaïsme et la judaïsation des peuples
chrétiene (El judío, el judaísmo y la judaización de los pueblos
cristianos). París, 1869. pp. 338-339.
[10]
León de Poncins, Les forces secrètes de la Revolution (Las fuerzas
secretas de la revolución), pp. 139-140 de la edición francesa.
[11]
“Revue Internationale des Siciétés Secrètes” (R.I.S.S.), 1926,
no. 8, p. 269.
[12]
“Archivos Israelitas”, 1864, p. 335.
[13]
“Almanaque de los franc-masones”. Leipzig, 1884.
[14]
“Les cahiers de l´ordre”, 1926, no. 3-4, p. 22.
[15]
“Les cahiers de l´ordre”, 1926, no. 3-4, p. 23.
[16]
Maurice Fara, obra citada, p. 111. (A cuya diligencia debemos los datos
anteriores sobre la Sociedad de las Naciones).
[17]
José María Cardenal Caro R., Arzobispo de Santiago, Primado de Chile, El
misterio de la masonería. 2ª ed. Buenos Aires: Editorial Difusión,
1954, p. 258. (Col. Hoy, no. 49).
[18]
Monseñor León Meurin, S.J., Arzobispo Obispo de Port-Louis. Filosofía de
la masonería. Madrid: Editorial Nos, 1957. pp. 30, 211-212.
[19]
Monseñor León Meurin, S.J., Arzobispo Obispo de Port-Louis. Filosofía de
la masonería. Madrid: Editorial Nos, 1957, p. 212.
[20]
Monseñor León Meurin, S. J., Arzobispo Obispo de Port-Louis. Filosofía
de la masonería. Madrid: Editorial Nos, 1957, pp. 41-42.
[21]
Monseñor León Meurin, S.J., Arzobispo Obispo de Port-Louis, Simbolismo de
la masonería. Madrid: Editorial Nos, 1957. p. 34.
[22]
José María Cardenal Caro R., Arzobispo de Santiago, Primado de Chile, obra
citada, pp. 263, 265-266.
[23]
Jewish Encyclopedia. New York: Funk and Wagnalis Company, 1903. Vol.
V, p. 504.
[24]
José María Cardenal Caro R., Arzobispo de Santiago, Primado de Chile, obra
citada, pp. 190-191.
[25]
José María Cardenal Caro R., Arzobispo de Santiago, Primado de Chile, obra
citada, pp. 190-191, 193-201.
[26]
Monseñor León Meurin, S. J., Arzobispo Obispo
de Port-Louis, Filosofía de la masonería. Madrid: Editorial Nos,
1957. pp. 212-215, 217-218.
[27]
Von Haugwitz, Memorias.
[28]
Declaración del P. Abel en “La nueva prensa libre”. Viena, 1898.
[29]
Barruel, Mémoires pour servir a l´histoire du Jacobinisme. (Memorias
para historia del jacobinismo). Citado por Maurice Fara, obra citada, p. 62.
[30]
P. Deschamps, Cardenal Mathieu, Monseñor Besson y otros.
[31]
“Cadena de Unión” de julio de 1882. Citado por Maurice Fara en “La
masonería en descubierto”, p. 63.
[32]
“Memoria de la Asamblea General del G. O. de Francia”, 1913. p.
337. Citado por Maurice Fara, obra citada, pp. 63-64.
[33]
“Memoria del congreso masónico internacional de Bruselas de 1910”,
p. 124.
[34]
“Boletín oficial del G. O. de Francia”, oct., 1922. p. 281.
[35]
León Halevy, Resumen de la historia de los judíos.
[36]
R. Lambelin, Las victorias de Israel, p. 44.
[37]
León Kahn, Los judíos de París durante la revolución. Citado por
Maurice Fara, obra citada, pp. 82-83.
[38]
Maurice Fara, obra citada, p. 83, nota n. 28 del traductor.
[39]
P. Gaxotte, La revolución francesa, pp. 279-280.
[40]
Capefigue, Histoire des grandes opérationes financières (Historia de
las grandes operaciones financieras).
[41]
“Archivos Israelitas”, 1847. Vol.
VIII, p. 801.
[42]
Bédarride, Les juifs en la France, l´Italie et l´Espagne (Los judíos
en Francia, Italia y España), pp. 428-430.
[43]
R. Lambelin, obra citada, p. 62.
[44]
R. Lambelin, obra citada, p. 10.
[45]
Edouard Drumont, La France juive (La Francia judía). París, 1888.
[46]
Maurice Fara, obra citada, p. 85.
[47]
Gougenot des Mousseaux, obra citada, p. 332.
[48]
Leroy Beaulieu, Israel entre las naciones, p. 66.
[49]
Maurice Fara, obra citada, p. 115.
[50]
Maurice Fara, obra citada, p. 115, nota del traductor.
[51]
José Mª Caro R., Arzobispo de Santiago, Primado de Chile, obra citada, p. 267.
[52]
“Revue Internationale des Societés Secrètes” (R.I.S.S.), 1925, p.
430.
[53]
José Mª Cardenal Caro, Arzobispo de Santiago, Primado de Chile, obra citada,
pp. 267-268.