IDENTIDAD CATÓLICA

 

 

            ORACIONES EN LATÍN Y ESPAÑOL.

            Aún sin que se entiendan los motivos por los que el latín debe ser la lengua eclesiástica (unidad, solemnidad, inalterabilidad, etc), es suficiente con conocer que los principales enemigos del latín lo fueron siempre de Jesucristo y de su Iglesia (el poeta judeoalemán Henrich Heine le tenía un odio frenético, todas las herejías recientes le reservaban el mismo sentimiento,  los escritos de la masonería). Y llegó el Concilio Vaticano II y le asestó el golpe de gracia. La mayoría de los Padres conciliares no podían seguir el latín hablado y tenían muchas dificultades para expresarse.

            La oración es sobrenaturalmente imprescindible, pero psicológicamente también. Un hombre que reza se abre a la dimensión sobrenatural, pero también deja de estar solo. Esto lo supieron siempre los comunistas, por eso pretendían hacer olvidar a Dios en sus países-prisión. De hecho, uno de los motivos por los que ha triunfado el "modelo de esclavitud occidental" es porque mediante la fuerza no se puede someter al creyente, pero mediante la corrupción sí.

            Insisto, se sea creyente o no, la oración es una obligación semejante a los ejercicios de reanimación de un ahogado. Sólo después de un esfuerzo viene la respiración espontánea.

 

PATER NOSTER

Pater Noster, qui es in caelis,

sanctificétur nomen Tuum,

adveniat Regnum Tuum,

fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.

Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie,

et dimitte nobis débita nostra,

sicut et nos dimittímus debitóribus nostris;

et ne nos indúcas in tentationem,

sed libera nos a malo.

 

 

PADRE NUESTRO 

Padre nuestro, que estás en los cielos,

 santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu Reino;

hágase tu voluntad así en la tierra 

como en el cielo.

El pan nuestro de cada día, dánosle hoy,

y perdona nuestras deudas, 

así como nosotros perdonamos a nuestros deudores;

no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.

 

 

 

AVE MARIA

Ave María,

gratia plena,

Dominus técum;

benedicta tu in muliéribus,

et benedictus fructus ventris tui, Iesus.

Sancta María, Mater Dei,

ora pro nobis peccatóribus

nunc et in hora mortis nostrae.

Amen.

 

AVE MARÍA

Dios te salve, María

llena eres de gracia;

el Señor es contigo;

bendita Tú eres entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

 

GLORIA

Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto.

Sicut erat in principio, et nunc et semper,

et in saecula saeculorum,

Amen.

 

GLORIA

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

CREDO

Credo in unum Deum,

Patrem omnipoténtem,

factórem caeli et terrae,

visibílium óminum et invisíbilium.

Et in unum Dóminum Iesum Christum Filium Dei unigénitum.

Et ex Patre natum ante ómnia saécula.

Deum de Deo, lumen de lúmine, Deum verum de Deo vero.

Génitum, non factum, consubtantialem Patri:

per quem ómnia facta sunt.

Qui propter nos hómines et propter nostram salútem descéndit de caelis.

Et incarnatus est de Spíritu Sancto ex María Vírgine et homo factus est.

Crucifixus étiam pro nobis: sub Póntio Piláto passus et sepúltus est.

Et resurréxit tértia die, secúndum scripturas.

Et ascédit in caelum: sedet ad déxtram Patris.

Et íterum ventúrus est cum glória, iudicáre vivos et mortuos:

cuius regni non erit finis.

Et in Spíritum Sanctum, Dóminum et vivificántem:

qui ex Patre Filióque prócedit.

Qui cum Patre et Filio simul adorátur et conglorificátur;

qui locútus est per Prophétas.

Et unam sanctam catholicam et apostólicam Ecclésiam.

Confíteor unum baptisma in remissiónem peccatórum.

Et exspécto resurrectiónem mortuórum.

Et venturi saéculi. 

Amen.

 

 

CREDO

Creo en un solo Dios,

Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra,

de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, hijo único de Dios

Nacido del Padre antes de todos los siglos.

Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero.

Engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre.

por quien todo fue hecho.

que por nosotros los hombres  y por nuestra salvación bajó de los cielos

y por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María Virgen y se hizo hombre

y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, 

padeció y fue sepultado

y resucitó al tercer día, según las Escrituras,

 y subió a los cielos 

y está sentado a la derecha del Padre.

Y de nuevo vendrá con gloria

para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida;

que procede del Padre y del Hijo,

que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria;

y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica

Confieso que hay un sólo bautismo para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos

y la vida del mundo futuro. 

Amén.

                                                                             

 

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha;

sé nuestro amparo contra la perversidad

y asechanzas del Demonio

Reprímale Dios, pedimos suplicantes.

Y tú, Príncipe de la Milicia celestial,

arroja al Infierno, con el divino poder,

a Satanás y a los otros espíritus malignos

que andan dispersos por el mundo

para la perdición de las almas.

Amén.

          ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

La oración del Papa León XIII

El 13 de octubre de 1884, el Papa León XIII experimentó una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía, estaba hablando con sus cardenales en la capilla privada del Vaticano cuando de pronto se detuvo al pie del altar y quedó sumido en una realidad que sólo él veía. Su rostro mostraba una expresión de horror y de impacto y se fue palideciendo: había visto algo muy duro! De repente se incorporó y se retiró a su estudio privado.

Lo siguieron y le preguntaron: ¿qué le sucede su Santidad? ¿Se siente mal?

El respondió: «¡Oh, qué imágenes tan terribles he visto y escuchado!» y se encerró en su oficina.

Luego comentó: «Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar a todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás le pidió permiso a Dios de tener 100 años para influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo». León XIII pudo ver también a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con su legiones en el abismo del infierno.

Después de media hora, llamó al Secretario para la Congregación de Ritos y le entregó una oración (que se reproduce a continuación) para que se enviara a todos los obispos del mundo, indicando que bajo mandato debía ser recitada después de cada misa.

Esta práctica fue obligatoria hasta el Concilio Vaticano II.

 

    Ad. S. Michaelem Archangelum Precatio

            Princeps gloriosissime caelestis militiae, sancte Michael Archangele, defende nos in praelio adversus principes et potestates, adversus mundi rectores tenebrarum harum, contra spiritualia nequitiae, in caelestibus.

            Veni in auxilium hominum; quos Deus ad imaginem similitudinis suae fecit, et a tyrannide diaboli emit pretio magno.

            Te custodem et patronum sancta veneratur Ecclesia; tibi tradidit Dominus animas redemptorum in superna felicitate locandas.

            Deprecare Deum pacis, ut conterat satanam sub pedibus nostris, ne ultra valeat captivos tenere homines, et Ecclesiae nocere.

            Offer nostras preces in conspectu Altissimi, ut cito anticipent nos misericordiae Domini, et apprehendas draconem, serpentem antiquum, qui est diabolus et satanas, et ligatum mittas in abyssum, ut non seducat amplius gentes.

 

        ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

            Gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra los principados y las potestades, contra los caudillos de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos esparcidos en los aires (Ef. 6,10-12).

            ¡Ven en auxilio de los hombres que DIOS hizo a su imagen y semejanza, y rescató a gran precio, de la tiranía del demonio!.

            A tí venera la Iglesia como su guardián y patrono. A tí confío el Señor las almas redimídas para colocarlas en el sitio de la suprema felicidad. Ruega, pués, al DIOS de paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, quitándole todo poder para retener cautivos a los hombres y hacer daño a la Iglesia.

            Pon nuestras oraciones bajo la mirada del Altísimo a fin de que desciendan cuanto antes sobre nosotros las misericordias del Señor, y sujeta al dragón, aquella antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, para precipitarlo encadenado a los abismos, de manera que no pueda nunca más seducir a las naciones (Ap. 20).

 

            ¡ASÍ ES COMO SE DEBE REZAR. COMPLETA!

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