IDENTIDAD CATÓLICA |
PRIMERA
PARTE
Capítulo
Primero
EL
COMUNISMO DESTRUCTOR Y ASESINO.
De todos los sistemas revolucionarios ideados en el devenir histórico con el fin de destruir nuestros valores civilizados, sistemas que han ido siendo aplicados a través del tiempo en la forma más efectiva y en el momento siempre más oportuno, el más perfecto, el más eficiente y el más inmisericorde es, sin duda, el comunismo, porque representa la etapa más avanzada de la revolución mundial en cuyos postulados ya no solamente se trata de destruir determinada institución política, social, económica o moral, sino de anular a la vez a la Santa Iglesia y, más aún, a todas y cada una de las manifestaciones culturales cristianas que son parte de nuestra civilización. Si todas las tendencias revolucionarias de origen judío han atacado con curiosa unanimidad al cristianismo en diversos aspectos, el comunismo lucha por hacerlo desaparecer de la faz de la Tierra sin dejar de él ni el menor rastro.
La saña destructiva de esta tendencia satánica, exhibiendo ante los
ojos del mundo los más espantosos cuadros de horror y destrucción que se
hayan imaginado, no puede estar fundamentada sino en la misma esencia de la
negación y en el repudio más virulento y lleno de odio hacia todo lo
existente hasta la fecha, porque de otra manera no sería concebible la
vesania inaudita de sus tácticas criminales y el espíritu de destrucción,
aniquilamiento, vulneración, contradicción y oposición de sus dirigentes
hacia todo aquello que representa criterios axiológicos, no solamente católicos,
sino religiosos en general.
La finalidad del comunismo, como es patente en Rusia y en los demás países
en donde se ha implantado, no es otra que la nulificación del pueblo en lo
económico, en lo político, en lo social, en lo humano y en lo trascendente
para posibilitar a una minoría el dominio por la fuerza. En términos
internacionales la meta no puede ser más clara: lograr por la fuerza el
dominio mundial de una minoría insignificante aniquilando a todos los demás
humanos por medio del materialismo, del terror y si es necesario de la muerte,
aunque para ello haya que asesinar a grandes núcleos de la población.
Bastante conocido es en el mundo entero el impulso homicida que ha
caracterizado a los dirigentes soviéticos; pocos hay que no hayan sentido
escalofríos de terror al conocer las sangrientas depredaciones llevadas a
cabo en Rusia por los marxistas. Basta recordar algunos datos que llenan de
pavor e indignación a las mentes civilizadas:
“En
sus comienzos, el terror rojo se dedicaba, sobre todo, a exterminar la
intelectualidad rusa”
(1) y en prueba de esta afirmación, S.P. Melgunov constata lo siguiente,
refiriéndose a las comisiones extraordinarias que surgieron en Rusia en los
primeros tiempos de la revolución soviética:
“Las
comisiones extraordinarias no son órganos de justicia, sino de exterminio sin
piedad, según la expresión del Comité Central Comunista” que
también declaró lo siguiente:
“La
comisión extraordinaria “no es una comisión de encuesta”, ni un juzgado,
ni un tribunal, sino que ella misma determina sus atribuciones. “Es un órgano
de combate que obra sobre el frente interior de la guerra civil. No juzga al
enemigo, sino que lo extermina; ni perdona al que está al otro lado de la
barricada, sino que lo aplasta”. No es difícil representarse cómo debe
obrarse en realidad ese exterminio sin piedad, cuando en lugar del “código
muerto de las leyes”, reina solamente la experiencia revolucionaria y la
conciencia. La conciencia es subjetiva, y la experiencia deja sitio
forzosamente a la voluntad, que toma formas irritantes según la calidad de
los jueces...”
(2).
“No
hagamos la guerra contra las personas en particular (escribió el dirigente
comunista Latsis), exterminemos la burguesía como clase. No busquéis en la
encuesta de los documentos y de las pruebas lo que ha hecho el acusado en
obras o en palabras contra la autoridad soviética. la primera pregunta que
debéis hacerle es: a qué clase pertenece, cuál es su origen, su educación,
su instrucción, su profesión”
(3).
Durante la dictadura sangrienta de Lenin, la comisión de encuesta de
Rohrberg, que entró en Kiev después de la toma de esta ciudad por los
voluntarios en agosto de 1919, señala lo siguiente:
“Todo el
suelo de cemento del gran garaje (se trata de la sala de ejecución de la
Checa provincial de Kiev) estaba inundado de sangre; y ésta no corría, sino
que formaba una capa de algunas pulgadas; era una horrible mezcla de sangre,
de sesos, de pedazos de cráneos, de mechones de cabellos y demás restos
humanos. Todas las paredes, agujereadas con millares de balas, estaban
salpicadas de sangre, y pedazos de sesos y de cuero cabelludo estaban pegados
en ellas”.
“Una
zanja de 25 centímetros de ancho por 25 de hondo y de unos 10 metros de
largo, iba del centro del garaje a un local próximo, donde había un tubo
subterráneo de salida. esa zanja estaba completamente llena de sangre”.
“De
ordinario, inmediatamente después de la matanza, transportaban fuera de la
ciudad los cuerpos en camiones, automóviles o en furgones y los enterraban en
una fosa común. En un rincón del jardín topamos con otra fosa más antigua
que contenía unos ochenta cuerpos; y allí descubrimos en los cuerpos señales
de crueldades y mutilaciones, las más diversas e inimaginables. Allí yacían
cadáveres destripados; otros tenían varios miembros amputados; algunos
estaban descuartizados; y otros los ojos sacados, y la cabeza, la cara, el
cuello y el tronco cubiertos de profundas heridas. Más lejos encontramos un
cadáver con una cuña clavada en el pecho; y otros no tenían lengua. En un
rincón de la fosa descubrimos muchos brazos y piernas separados del tronco”
(4).
La enorme cantidad de cadáveres que ha amontonado en su haber y sigue
amontonando en términos espantosos el socialismo comunista de Marx, quizá no
se llegará a conocer nunca, pero rebasa todo lo imaginable.
“No
es posible saber con exactitud el número de víctimas. Todos los cálculos
son inferiores a la realidad”.
“En el diario de Edimburgo, `The Scotsman´ del 7 de noviembre
de 1923, da el profesor sarolea las cifras siguientes:
“28 obispos; 1.219 sacerdotes; 6.000 profesores y maestros; 9.000
doctores; 54.000 oficiales; 260.000 soldados; 70.000 policías; 12.950
propietarios; 355.250 intelectuales y profesionales liberales; 193.290 obreros
y 815.000 campesinos”.
“La comisión de información de Denikin sobre las intrigas bolcheviques durante el período 1918-1919, en un ensayo sobre el terror rojo, contó en sólo estos dos años, un millón setecientas mil víctimas” (5).
Ev.
Kommin, en el “Roul” del 3 de agosto de 1923, hace la siguiente
consideración:
“Durante
el invierno de 1920 la URSS comprendía 52 gobiernos, con 52 comisiones
extraordinarias (Tchecas), 52 secciones especiales y 52 tribunales
revolucionarios. Además de innumerables `Erte-Tchecas´, redes de transporte,
tribunales de ferrocarriles, tribunales de tropas de seguridad interior. A
esta lista de cámaras de tortura hay que añadir las secciones especiales, o
sea, 16 tribunales de ejército y división. Entre todo, hay que contar mil cámaras
de tortura, y si se toma en consideración que en ese tiempo existían
comisiones cantonales, hay que contar más. Luego, los muchos gobiernos de la
URSS aumentaron; la Siberia; la Crimea, y el Extremo Oriente fueron
conquistados. El número de Tchecas (comisiones) aumentó en proporción geométrica”.
“Según
los datos soviéticos (en 1920, cuando no había disminuido el terror y no se
habían reducido las informaciones), se podía establecer una cifra media al día
para cada tribunal; la curva de las ejecuciones se eleva de uno a cincuenta
(en los grandes centros), y hasta ciento en las regiones recientemente
conquistadas por el ejército rojo. Las crisis del terror eran periódicas, y
luego cesaban; de manera que puede fijarse el número (modesto) de cinco víctimas
diarias...que, multiplicado por los mil tribunales, dan cinco mil cada día. Y
al año, alrededor de millón y medio”
(6).
Recordamos estas matanzas inauditas no porque sean las más cuantiosas
en conjunto ni las más inmisericordes, sino porque al encontrarnos a cuarenta
y cinco años de estas masacres pueden haberse borrado del cuadro actual
comunista, incluso para las personas que todavía alcanzaron a ser contemporáneas
de los acontecimientos, y, que viviendo aún, se han olvidado de esas
tragedias con esa facilidad con que los humanos olvidan no solamente los
hechos desagradables que no les afectan directamente, sino aun aquellos de los
que fueron víctimas.
Desgraciadamente el tiempo ha venido a mostrarnos una superación verdaderamente demoníaca del comunismo en sus actividades asesinas, de las cuales no damos los detalles ni presentamos las monstruosas estadísticas por ser de todos conocidas, máxime que algunas de estas feroces matanzas han sido tan recientes que parecen escucharse todavía los gritos de terror de los torturados, los lamentos de los acosados, los estertores de los moribundos y la muda, pavorosa y constante acusación de los cadáveres.
Basta recordar las gigantescas y recientes matanzas de Hungría, de
Katyn, de Polonia, de Alemania Oriental y de Cuba; las anteriores purgas
masivas de Stalin y el aniquilamiento de millones de chinos por el gobierno
comunista de Mao Tse-tung. Una estadística valiosa de las víctimas del
comunismo obra en la publicación titulada “Rivelazione d’interesse
mondiale”, Vermijon, Roma, 1957, reproduciendo a su vez información
tomada del “Russkaja Mysl”, periódico ruso publicado en Francia el
30 de noviembre de 1947.
Pero aun los ensayos comunistas que no pudieron tener permanencia
definitiva, como el del comunista Bela Kun, que de manera rapsódica ocupó
Hungría a mediados del año 1919; el de España de 1936 en que los
bolcheviques se apoderaron de Madrid y parte de las provincias hispanas,
asesinando “más
de 16000 sacerdotes, religiosas, religiosos y doce obispos”
(7); y el ensayo, felizmente fracasado, de Alemania de 1918 dirigido por Hugo
Haase y que tuvo su mejor realización en la República roja de Baviera en
1919, fueron verdaderas orgías de sangre y de bestialidad desenfrenada.
Y no hay que olvidar que esta apocalíptica tormenta que va formando un
henchido cauce de cadáveres, sangre y lágrimas, se desploma sobre el mundo
con un solo fin: destruir no sólo a la Iglesia católica y a toda la
civilización cristiana, sino también al Islam, al budismo y a toda religión,
menos a una de la que hablaremos después.
Ante este cuadro estremecedor el mundo se pregunta con el corazón
oprimido: ¿Quién puede odiar de tal forma criterios cristianos para tratar
de destruirlos con saña tan malvada? ¿Quién ha sido capaz de urdir esta
sangrienta maquinaria de aniquilación? ¿Quién puede con tanta
insensibilidad dirigir y ordenar este criminal proceso gigantesco? Y la
realidad nos contesta, sin lugar a dudas, que son los judíos los
responsables, comos e demostrará más adelante.
Capítulo
Segundo
LOS
CREADORES DEL SISTEMA
No cabe la menor duda de que los inventores del comunismo son los judíos. Ellos han sido los forjadores de la doctrina sobre la cual se fundamenta todo ese monstruoso sistema que actualmente domina con poder absoluto en la mayor parte de Europa y Asia, que convulsiona a los países de América y que invade progresivamente a todos los pueblos del mundo como un cáncer letal, como un tumor que va comiendo las entrañas de las naciones libres, sin que parezca encontrarse un remedio eficaz contra él.
También
son los inventores y directores de la práctica comunista, de las eficientes tácticas
de lucha, de la insensible y precisa política inhumana de gobierno y de la
agresiva estrategia internacional.
Que
los teóricos comunistas fueron todos judíos, es cosa que está plenamente
comprobada, pese al sistema que constantemente usaron los judíos –tanto los
teóricos como los revolucionarios prácticos- de adquirir a modo de
sobrenombre un apellido y un nombre que velara su origen a los ojos del pueblo
en donde vivieron.
1.-
El fundador del sistema fue, como es sabido, Karl Heinrich Marx; judío alemán,
cuyo verdadero nombre era el de Kissel Mordecay, nacido en Treves, Prusia
Renana, hijo de un abogado judío. A sus doctrina comunista le dio el nombre
de socialismo científico, nombre injustificado ya que los hechos han
demostrado que ninguna base científica tiene muchos de sus postulados básicos.
Antes
de su famosa obra “El Capital” –concepción fundamental del
comunismo teórico y cuyas ideas se dedicó a propagar por el mundo con
inagotable actividad hasta su muerte en 1887- había escrito y publicado en
Londres el “Manifiesto Comunista” en compañía del judío Engels
el año de 1848. Anteriormente, entre 1843 y 1847, había formulado en
Inglaterra –cuyos gobiernos en forma extraña lo protegieron- la primera
concepción moderna del nacionalismo hebreo a través de sus artículos, como
el publicado en 1844 en la revista “Deustch-Französische Jahrbücher”
titulado “Zur Judenfrage” (Sobre la cuestión judía) y que tiene
una tendencia ultranacionalista judía.
2.- Frederik Engels, creador junto con Marx de la Primera Internacional y colaborador íntimo de Marx. Judío, nació en Barmen, Alemania, siendo su padre un comerciante judío de algodón de la localidad. Murió en 1894.
3.-
Karl Kautski, cuyo verdadero apellido fue Kaus; autor del libro. “Los
orígenes del cristianismo” en donde principalmente combate los
fundamentos del cristianismo. Fue el más importante intérprete de Marx.
Publicó en 1887 “Las enseñanzas económicas de Karl Marx para el
entendimiento de todos”; “La matanza de Chisinaw” y “La
custión judía” en 1903; “La lucha de clases”, que fue para
Mao Tse-tung, en China, el libro fundamental para la instrucción comunista; y
la obra intitulada “La vanguardia del socialismo”, en el año 1921.
Fue también el autor del “Programa socialista” de Ehrfurt,
Alemania. Este judío nació en Praga en 1854 y murió en 1938 en La Haya,
Holanda. Debido a esos pleitos de familia que surgen con frecuencia entre los
dirigentes judíos, se vio envuelto con posterioridad en una enconada lucha
con Lenin.
4.-
Ferdinand Lassalle, judío nacido en Breslau en 1825; después de haberse
mezclado en la revolución democrática de 1848, publica en el año de 1863 su
obra titulada “Contestaciones abiertas”, en la que traza un plan
revolucionario para los obreros alemanes. Desde entonces trabajó
incansablemente en una intensa campaña “socialista” tendiente a la
rebelión de lso obreros, para lo cual publica otra obra con el título de “Kapital
und Arbeit”. Su socialismo, aunque en algunos aspectos difería del de
Marx, coincidía con éste en sus resultados finales, o sea, suprimir la
propiedad privada para ponerla en manos del Estado, controlado por el judaísmo,
naturalmente.
5.-
Eduard Bernstein, judío nacido en Berlín en 1850. Sus principales obras son:
“Suposiciones sobre el socialismo”, “Adelante socialismo”,
“Documentos del socialismo”, “Historia y teoría del
socialismo”, “Socialdemocracia de hoy en teoría y práctica”,
“Los deberes de la socialdemocracia” y “Revolución Alemana”,
todas ellas estructurando la doctrina comunista y fundamentadas en las
concepciones de Marx. En 1918 fue nombrado ministro de Hacienda del Estado
alemán socialista, que felizmente no llegó a sostenerse sino unos meses.
6.- Jacob Lastrow, Max Hirsch, Edgar Löening, Wirschauer, Babel, Schatz, David Ricardo y otros muchos escritores del comunismo teórico, fueron judíos. En todos los países se encuentran casi exclusivamente escritores judíos predicando el comunismo a las masas, aunque tratando en muchas ocasiones de proceder con cautela en sus escritos, dándoles siempre un sentido de humanidad y hermandad que ya hemos visto en la práctica lo que significan (8).
Todos
los judíos anotados –por muy teóricos que hayan sido- no se han contentado
solamente con sentar las bases doctrinarias del socialismo marxista o
comunismo, sino que cada uno de ellos ha sido un revolucionario práctico que
se ha dedicado en el país donde se encontraba a preparar, dirigir o ayudar la
subversión de hecho, y, como jefes o miembros connotados de asociaciones
revolucionarias, han tomado siempre parte activa en el desarrollo del
marxismo.
Pero
aparte de los judíos considerados como principalmente teóricos, encontramos
que casi todos los dirigentes materiales que desarrollan las tácticas
comunistas son también de esta misma raza y llevan a cabo su cometido con la
máxima eficiencia.
Por
lo pronto, en los países en donde abortó la conjuración judía comunista ya
a punto de estallar o en donde el marxismo se apoderó del gobierno
inicialmente, aunque después haya sido expulsado, los datos verídicos con
que se cuenta hoy en día demuestran la plena y total responsabilidad judía.
Como ejemplos incontrovertibles pueden señalarse dos movimientos de este
tipo:
A.)
Alemania en 1918 es teatro de una revolución comunista dirigida por los judíos.
La República de los Consejos de Munich era judía, como, lo prueban sus jefes
Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Kurt Eisner y otros muchos. A la caída del
imperio, los judíos se apoderaron del país y el gobierno alemán queda
dominado por los judíos: Haase (ministro de estado) y Landsberg, apareciendo
con ellos Kautski, Kohn y Herzfeld. El ministro de Hacienda, también judío,
tiene como ayudante al judío Bernstein y el del Interior, Preuss, también
judío, busca la colaboración de su hermano de raza el doctor Freund quien lo
auxilia en sus labores.
Kurt
Eisner, presidente de la República Bávara de los Consejos, fue el jefe de la
revolución bolchevique de Munich.
“Once hombrecillos hicieron la revolución –decía Kurt Eisner en la embriaguez del triunfo a su colega el ministro Auer-. Es muy justo conservar el recuerdo imperecedero de estos hombrecillos, que son los judíos: Max Löwenberg, el doctor Kurt Rosenfeld, Gaspar Wollheim, Max Rotschild, Carlos Arnold, Kranold, Rosenhek, Birnbaum, Reis y Kaisser. Los diez, con Kurt Eisner van Israelovitch, estaban al frente del `tribunal revolucionario de Alemania´. Los once son francmasones y pertenecían a la logia secreta número 11, que tenía su asiento en Munich, Briennerstrasse 51” (9).
“El
primer gabinete de Alemania en 1918 estaba compuesto por los judíos:
1.-
Preuss, ministro de Gobernación.
2.-
Freund, ministro de Gobernación.
3.-
Landsberg, Hacienda.
4.-
Karl Kautski, Hacienda.
5.-
Schiffer, Hacienda.
6.-
Eduard Bernstein, secretario del Tesoro del Estado
7.-
Fritz Max Cohen, jefe del servicio oficial de informaciones.
(Este
judío era antes corresponsal del diario judío “Frankfurter Zeitung”).
“El
segundo gobierno `socialista´ alemán de 1918 estaba integrado por los
judíos:
1.-
Hirsch, ministro de Gobernación.
2.-
Rosenfeld, ministro de Gracia y Justicia.
3.-
Futran, Enseñanza.
4.-
Arndt, Enseñanza.
5.-
Simón, secretario de Hacienda.
6.-
Kastenberg, director del negociado de las Colonias.
7.-
Stathgen, ministro de Fomento.
8.-
Meyer-Gerhardt, director del Negociado de las Colonias.
9.-
Wurm, secretario de Alimentación.
10.-
Merz, Weil, Katzenstein, Löwenberg, Fränkel, Schlesinger, Israelowitz,
Selingsohn, Laubenheim, etc., ocupaban altos cargos en los ministerios.
“Entre
los otros judíos que controlaban los sectores vitales del estado alemán,
derrotado por la intervención americana en la guerra, se encontraban en 1918
y más tarde:
1.-
Kohen, presidente del Comité de los Soldados y los Obreros Alemanes (similar
al soviético de los Soldados y Obreros de Moscú, el mismo año).
2.-
Ernst, presidente de la Policía de Berlín.
3.-
Sinzheimer, presidente de la Policía de Frankfurt.
4.-
Lewy, presidente de la Policía de Hessen.
5.-
Kurt Eisner, presidente del Estado de Baviera.
6.-
Jaffe, ministro de Hacienda del Estado de Baviera.
7.-
Brentano, ministro de Industria, Comercio y Tráfico.
8.-
Talheimer, ministro de Würtenberg.
9.-
Heimann, otro ministro de estado de Würtenberg.
10.-
Fulda, Gobierno de Hessen.
11.-
Theodor Wolf, redactor jefe del periódico `Berliner Tangenblatt´.
12.-
Gwinwer, director del `Deutsche Bank´ “.
(10)
El
pueblo de Estados Unidos fue engañado por su presidente francmasón Wilson y
jamás pensó que su intervención en la Primera Guerra Mundial iba a tener
por resultado entregar a Alemania al dominio de los judíos.
B).-
Hungría en 1919: el 20 de marzo de 1919, el judío Bela Kun (Cohn), se
apodera de Hungría y proclama la República Soviética Húngara a la que
sumerge a partir de ese momento en un horripilante mar de sangre.
“Con
él (Bela Kun), 26 comisarios componían el nuevo gobierno y de éstos, 18
eran israelitas. Proporción inaudita, si se tiene en cuenta que en Hungría
había un millón y medio de israelitas sobre 22 millones de habitantes. Los
18 comisarios tenían en sus manos la dirección efectiva del poder, y los
ocho comisarios cristianos no podían hacer nada”
(11).
“Más del 90% de los miembros del gobierno y de los hombres de
confianza de Bela Kun fueron también judíos. He aquí la lista de los
miembros del gobierno de Bela Kun:
1.- Bela Kun, secretario general del Gobierno, judío.
2.- Sandor Gabai, presidente `oficial´ del Gobierno, usado por
los judíos como pantalla; húngaro.
3.- Peter Agoston, lugarteniente del secretario general; judío.
4.- Dr. E. Landler, comisario del pueblo para Asuntos Interiores; judío.
5.- Bela Vago, lugarteniente de Landler; judío apellidado Weiss.
6.- E. Hamburger, comisario para la Agricultura; judío.
7.- Vantus, lugarteniente de Hamburger; judío.
8.- Czismadia, lugarteniente de Hamburger; judío.
9.- Nyisztor, lugarteniente de Hamburger; húngaro.
10.- Varga, comisario para los Asuntos Financieros; judío llamado
Weichselbaum.
11.- Szkely, lugarteniente de Varga; judío llamado Schlesinger.
12.- Kunfi, comisario para la Educación; judío llamado Kunstater.
13.- Lukacs, lugarteniente de Kunfi; judío llamado en realidad Löwinger,
hijo del director general de una casa bancaria de Budapest.
14.- D. Bokanyi, comisario para el Trabajo; húngaro.
15.- Fiedler, lugarteniente de Bokanyi; judío.
16.- Jozsef Pogany, comisario para la Guerra; judío llamado en
realidad Schwartz.
17.- Szanto, lugarteniente de Pogany; judío llamado Schreiber.
18.- Tibor Szamuelly, lugarteniente de Pogany; judío llamado Samuel.
19.- Matyas Rakosi, comisario para el Comercio; judío llamado en
realidad Matthew Roth Rosenkranz. Dictador comunista en la actualidad.
20.- Ronai, comisario para la `Justicia´.
21.- Ladai, lugarteniente de Ronai; judío.
22.- Erdelyi, comisario para el Abastecimiento; judío llamado
Eisenstein.
23.- Vilmos Boehm, comisario para la Socialización; judío.
24.- Hevesi, lugarteniente de Boehm; judío llamado Honig.
25.- Dovsak, segundo lugarteniente de Boehm; judío.
26.- Oszkar Jaszai, comisario para las Nacionalidades; judío de nombre
Jakubovits.
27.- Otto Korvin, comisario para la Investigación Política; judío
llamado Klein.
28.- Kerekes, fiscal del Estado; judío llamado Krauss.
29.- Biro, jefe de la Policía Política; judío llamado Blau.
30.- Seider, ayudante de Biro; judío.
31.- Oszkar Faber, comisario para la Liquidación de los Bienes de la
Iglesia; judío.
32.- J. Czerni, comandante de la banda terrorista conocida con el
nombre de “Los jóvenes de Lenin”; húngaro.
33.- Illés, comisario superior de Policía; judío.
34.- Szabados, comisario superior de Policía; judío llamado Singer.
35.- Kalmar, comisario superior de Policía; judío alemán.
36.- Szabó, comisario superior de Policía; judío ruteno llamado en
realidad Schwarz.
37.- Vince, comisario popular de la ciudad de Budapest; judío llamado
en realidad Weinstein.
38.- M. Krauss, comisario popular de Budapest; judío.
39.- A. Dienes, comisario popular de Budapest; judío.
40.- Lengyel, presidente del Banco Austro-Húngaro; judío llamado
Levkovits.
41.-
Laszlo, presidente del Tribunal Revolucionario Comunista; judío llamado en
realidad Löwy”
(12)
En
este gobierno que ocupó temporalmente Hungría, sobresalen por sus
innumerables crímenes y depredaciones, además del mismo Bela Kun, que recorría
el país en un lujoso coche –con su eficiente secretaria judía R. S.
Salkind, alias Semliachkay-, y una gran horca instalada en el vehículo a
manera de distintivo; y el jefe de la checa húngara, el judío Szamuelly, que
viajaba por Hungría en su tren particular sembrando el terror y la muerte,
según lo describe un testigo de la época:
“Aquel
tren de la muerte atravesaba rugiendo la negrura de las noches húngaras;
donde se detenía había hombres colgados de los árboles y sangre que corría
por el suelo. A lo largo de la vía, se veían cadáveres desnudos u
mutilados. Szamuelly, dicta sus sentencias en aquel tren, y nadie que se vea
obligado a subir a él podrá contar nunca lo que vio”.
“Szamuelly
vive en él constantemente. Una treintena de terroristas escogidos velan por
su seguridad. Verdugos seleccionados le acompañan. El tren está compuesto de
dos coches-salón, de dos coches de primera clase, que ocupan los terroristas,
y de dos coches de tercera para las víctimas. Allí se perpetran las
ejecuciones. La tarima de estos coches está manchada de sangre. Los cadáveres
son arrojados por las ventanillas, mientras Szamuelly, cómodamente sentado en
el despacho coquetón de su departamento tapizado de damasco rosa y adornado
con lunas biseladas, con un gesto de la mano decide la vida o la muerte”
(13).
El
periódico italiano “La Divina parola” (La Divina Palabra) del 25
de abril de 1920, resalta cómo en Hungría:
“...durante
la reacción antibolchevique contra el israelita Bela Kun, fueron encontrados
cadáveres de frailes amontonados confusamente en unos subterráneos. Los
diplomáticos extranjeros llamados por el pueblo para constatarlo con sus
propios ojos, han atestiguado que vieron muchos cadáveres de religiosos y
religiosas que tenían clavado en el corazón el crucifijo que solían llevar
sobre el pecho”.
No
cabe la menor duda de que la teoría marxista (comunista) es obra judía, como
lo es también toda acción encaminada a poner en práctica esta doctrina y
los millones de asesinatos cometidos.
Los
directores y organizadores de cualquier movimiento comunista anterior al
establecimiento definitivo del bolchevismo en Rusia fueron judíos en su casi
totalidad, como también la gran mayoría de los dirigentes materiales de las
revoluciones a que dieron origen.
Pero
en Rusia, primer país en donde triunfó definitivamente el bolchevismo y que
ha sido y es en estos momentos el centro motor de la comunización mundial, la
paternidad judía del sistema, de la organización y de la práctica soviética
no deja tampoco lugar a error.
De
acuerdo con los datos incontrastables, plenamente demostrados y aceptados por
todos los escritores imparciales que han tratado este tema, la obra comunista
de los hebreos en la nación de los zares, queda tan patente, que sería vano
empeño negarles este ominosos triunfo en exclusiva.
Basta
con recordar los nombres de los que formaron los gobiernos y los principales
organismos directivos en la Unión Soviética para saber a qué atenerse, ante
la clara y rotunda demostración de los hechos.
I.
MIEMBROS DEL PRIMER GOBIERNO COMUNISTA DE MOSCÚ (1918)
(Consejo
de “Comisarios del Pueblo”)
1.- Ilich Ulin (Vladimir Ilich Ulianov o Nicolás Lenin), presidente
del Soviet Supremo; judío en la línea materna. Su madre se llamaba Blank,
judía de origen alemán.
2.- Lew Davidovich Bronstein (León Trotsky), comisario del Ejército
Rojo y de la Marina; judío.
3.- Iosiph David Vissarionovich Djugashvili-Kochba (José
Vissarionovich Stalin), comisario de las Nacionalidades; descendiente de judíos
georgianos.
4.- Chicherin, comisario para los Asuntos Exteriores; ruso.
5.- Apfelbaum (Grigore Zinoviev), comisario para los Asuntos Interiores; judío.
6.- Kohen (Volodarsky), comisario de la Prensa y Propaganda; judío.
7.- Samuel Kaufman, comisario para los Terrenos del Rstado; judío.
8.- Steinberg, comisario de Justicia; judío.
9.- Schmidt, comisario de la Prensa y Propaganda; judío.
10.- Ethel Knigkisen (Lilianan), comisaria del Abastecimiento; judía.
11.- Pfenistein, comisario para el Acomodo de los refugiados; judío.
12.- Schlichter (Vostanolenin), comisario para los Encuartelamientos (traspasos de casas particulares a los rojos); judío.
13.- Lurie (Larin), presidente del Soviet Económico Superior; judío.
14.- Kukor (Kukorsky), comisario de la Economía; judío.
15.- Spitzberg, comisario de la Economía; judío.
16.- Urisky (Radomilsky), comisario para las `Elecciones´; judío.
17.- Lunacharsky, comisario de Enseñanza Pública; ruso.
18.- Simasko, comisario para la Higiene; judío.
19.- Protzian, comisario para la Agricultura; armenio (14).
En el apéndice existente al final de este volumen se insertan las interesantes e ilustrativas listas de los funcionarios judíos de todos los cuerpos gubernativos de la Unión Soviética, del Partido Comunista, del Ejército Rojo, de la Policía Secreta, sindicatos, etc.
“De un total de 502 cargos de primer rango en la organización y dirección de la Revolución comunista de Rusia y en la dirección del Estado soviético durante sus primeros años de existencia, nada menos que 459 puestos han sido ocupados por judíos, mientras que solamente 43 de estos cargos, por cristianos de diversos orígenes. ¿Quiénes son los que han hecho realmente esta horrorosa revolución? ¿Los cristianos?”.
“Otra estadística, publicada al parecer por el periódico
contrarrevolucionario ruso “Le Ruse Nationaliste”, después del
triunfo de los judeo-comunistas en Rusia, indica que de un número de 554
dirigentes comunistas de primer orden, en diversos cargos, han sido:
Judíos
447
Lituanos
43
Rusos
30
Armenios
13
Alemanes
12
Finlandeses
3
Polacos
2
Georgianos
2
Checos
1
Húngaros 1” (15)
Durante la Segunda Guerra Mundial y posteriormente hasta nuestros día, la pandilla judaica que gobierna la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sigue siendo muy numerosa, pues sus nombres están encabezados por el mismo Stalin, que durante algún tiempo se ha considerado como georgiano de pura cepa y se ha venido a descubrir que es de raza judía, porque Djugashvili, que es un apellido, significa “hijo de Djou” y Djou es una pequeña isla de Persia hacia donde emigraron muchos judíos “marranos” portugueses exiliados, que posteriormente pasaron a Georgia.
Actualmente está totalmente comprobado que Stalin tenía sangre judía, aunque él jamás haya confirmado o desmentido los rumores que comenzaban a correr al respecto (16).
Veamos una lista de los funcionarios soviéticos judíos en el gobierno de Stalin.
1.- Zdanov (Yadanov); judío, llamado en realidad Liphshitz,
ex-comandante de la defensa de Leningrado durante la guerra; miembro del
Politburó hasta 1948 y uno de los autores de la resolución que excluía a
Tito del Cominform en 1948; muerto poco más tarde.
2.- Lavrenty Beria; judío, jefe de la M.V.D. (policía secreta) y de
la Industria Pesada soviética, miembro de la Industria Atómica soviética;
ejecutado por orden de Malenkov por el mismo motivo que Stalin liquidó a
Yagoda.
3.- Lazar
Kaganovich; judío, jefe de la Industria Pesada soviética; miembro del
Politburó desde 1944 hasta 1952; luego miembro del Presidium y actualmente
presidente del Presidium Supremo de la URSS.
4.- Malenkov (Georgi Maximilianovich Malenk), miembro del Politburó y
Orgburó hasta 1952; después miembro del Presidium Supremo; presidente del
Consejo de Ministros tras la muerte de Stalin; ministro del gobierno de
Bulganin desde 1955. Es judío de Ornenburg, no cosaco como se afirma. El
nombre de su padre, Maximilian Malenk, es típicamente judío ruso. Hay después
un detalle muy importante que descubre el verdadero origen de Malenkov y también
el de Khruschev. La actual esposa de Melenkov es la judía Pearl-Mutter,
conocida como la `camarada Schemschuschne´ , que ha sido ministra
(comisaria) de la Industria del Pescado en el gobierno soviético en 1938...No
existe una biografía oficial de Malenkov y esto se debe seguramente a que no
quiere que se descubra su origen judío.
5.- Nicolás Salomón Khruschev, actual jefe del Partido Comunista soviético;
miembro del Politburó desde 1939, es decir, el año en que Malenkov fue
elegido miembro del Orgburó. Es hermano de la esposa de Malenkov, o sea, de
la judía Pearl-Mutter. Khruschev es judío y se apellida en realidad
Pearl-Mutter.
6.- Mariscal Nicolai Bulganin, actual primer ministro soviético;
ex-funcionario de un banco, fue uno de los diez judíos miembros del
comisariado para la Liquidación de los Bancos particulares de 1919.
7.- Anastasio Iosifovich Mikoyan, miembro del Politburó desde 1935;
miembro del Presidium Supremo desde 1952; ministro de Comercio y
vice-presidente en el gobierno de Malenkov. Es judío de Armenia y no armenio
auténtico como se cree.
8.- Kruglov; judío, jefe de la M. V. D. (policía secreta) después de
Beria. Por orden de Kruglov fueron puestos en libertad los médicos judíos
arrestados en 1953 por Riumin; sub-jefe de la policía durante el mandato de
Beria.
Al morir Stalin surgieron esos pleitos de familia entre judíos que estallan a veces por ambiciones de mando. El judío Beria fue asesinado por sus hermanos israelitas del gobierno de Moscú, como años antes los judíos Stalin, Vishinsky, Kaganovich y socios habían mandado matar a los judíos Trotsky, Zinoviev, Kamenev, Radek, Bujarin y a miles de sus partidarios israelitas en la lucha intestina, verdadera guerra civil ocurrida en el seno del judaísmo. Guerra que ambas facciones hebreas sostuvieron entre sí por el control de la infeliz Rusia y del comunismo internacional.
9.- Alejandro Kosygin; judío; fue miembro del Politburó hasta 1952,
después suplente en el Presidium Supremo y ministro de la Industria Ligera y
de Alimentación en el gobierno de Malenkov. (Cuando se imprime esta edición
mexicana es ya primer ministro del Gobierno Soviético, después de haber
participado en el derrocamiento del israelita Nikita Salomón Khruschev, en
otro pleito entre judíos comunistas por ambiciones de mando).*
*(Nota del editor: Esta aclaración corresponde a la 1ª ed. mexicana de Complot contra la Iglesia, México, D. F.: Ed. Mundo Libre, 1968).
10.- Nicolás Schvernik, miembro del Politburó hasta 1952; luego
miembro del Partido Supremo y miembro del Presidium del Comité Central del
Partido Comunista; judío.
11.- André Andreievich Andreiev, que era conocido como el `Politburócrato´
de las 3 A; miembro de Politburó entre 1931 y 1952; judío de Galitzia,
Polonia; utiliza seudónimo ruso.
12.- P. K. Ponomarenko; judío; miembro del Orgburó en 1952; después
miembro del presidium Supremo y ministro de Cultura en el gobierno de
Malenkov, 1953; judío.
13.- P. F. Yudin (Iuden), miembro suplente del Presidium Supremo y
titular del ministerio de Materiales de Construcción en el gobierno de
Malenkov, 1953; judío.
14.- Mihail Pervukin; judío, miembro del Presidium del Comité Central
del Partido Comunista desde 1953.
15.- N. Schalatin, potentado en el sub-secretariado del Comité Central
del Partido Comunista; judío.
16.- K. P. Gorschenin; judío, ministro de Justicia en el gobierno de
Malenkov.
17.- D. Ustinov (Zambinovich); judío, embajador soviético en Atenas,
Grecia, hasta la Segunda Guerra Mundial. Ministro de Defensa en el gobierno de
Malenkov.
18.- V. Merkulov, ministro del Control del Estado en el tiempo de
Malenkov; judío.
19.- A. Zasyadko, ministro de la Industria del Carbón con Malenkov;
judío.
20.- Cherburg, jefe de Propaganda soviética; judío.
21.- Milstein, uno de los jefes del Espionaje soviético en Europa; judío.
22.- Ferentz Kiss, jefe del Servicio de espionaje soviético en Europa;
judío.
23.- Potschrebitscher (Poscrevichev), ex-secretario particular de
Stalin; actualmente jefe de los Archivos secretos del Kremlin; judío.
24.- Ilya Ehremburg, diputado de Moscú en el Soviet Supremo; escritor
comunista; judío.
25.- Mark Spivak, diputado de Stalino (Ucrania) en el Soviet Supremo de
Moscú; judío.
26.- Rosalía Goldenberg, diputada de Birobidjan en el Soviet Supremo
de Moscú; judío.
27.- Ana E. Kaluger, diputada de Besarabia en el Soviet Supremo; judía.
Su hermano, llamado ahora no Kaluger sino Calugaru en rumano, es un potentado
comunista en la administración de Rumania.
También Kalinin, presidente títere durante el gobierno de Stalin, muerto hace tiempo, era judío (17).
Ya es bien sabido que fue una gran falsedad el antisemitismo de Stalin y que la matanza de los judíos trotskistas, zinovietistas y bujarinistas que llevó a cabo para segurarse en el poder, se realizó por otros judíos. En última instancia, la lucha entre el judío Trotsky y el judío Stalin, fue una contienda entre bandos judíos por el control del gobierno comunista que ellos crearon; simplemente un pleito de familia. Sirva de prueba la sigiente lista de comisarios de Asuntos Exteriores, cuando Stalin se deshacía de cuantos judíos eran peligrosos para su poder personal.
1.- Maxim Maximovich Litvinoff, ministro soviético de Asuntos
Exteriores hasta 1939 cuando fue reemplazado por Molotov; ocupando después
altos cargos en el mismo ministerio hasta su muerte en febrero de 1952. Nació
en Polonia, hijo del `bankleark´ (agente de banca) judío Meer Genokh
Moiseevich Vallakh. Para ocultar su verdadero nombre Maxim Moiseevich Vallakh
(Litvinoff) utilizó durante su carrera varios seudónimos entre ellos
Finkelstein, Ludwig Nietz, Maxim Harryson, David Mordecay, Félix y por fin
cuando llegó a potentado en el régimen comunista de Rusia adoptó el de
Litvinoff o Litvinov. Cuando este judío fue reemplazado por Molotov en 1939,
la judería del mundo occidental y toda la prensa judeo-masónica comenzaron a
gritar que había sido alejado por Stalin `porque era judío´ ; pero
no dijeron después que Litvinov quedó en el ministerio hasta su muerte. ¿Para
qué decirlo si esto no interesaba a la conspiración?. En las memorias de
Litvinov publicadas después de su muerte, está escrito que en su opinión
nada cambiará en Rusia soviética después de la muerte de Stalin. En efecto,
Stalin murió un año después que Litvinov y nada cambió en la política
interior y exterior soviética.
Lo que en Occidente llaman cambios en la política de la URSS no son más
que sencillos engaños de propaganda, adecuados a las necesidades del plan de
dominación mundial de los judíos. Nada ha cambiado tras la muerte de Stalin.
Hay un poco de agitación debido a la falta de un nuevo jefe único del
calibre de Stalin o Lenin; eso es todo. Por esto, los conspiradores
judeo-masones de Occidente quieren pintar al tenebroso cuervo soviético-comunista
con colores brillantes de `pacifismo´, `coexistencialismo´, `humanización´,
etc., para presentarlo al mundo como algo inofensivo...
Cuando Litvinov afirmó que nada cambiaría con la muerte de Stalin sabía
muy bien que esto ocurriría, porque Stalin no era más que uno de los
trabajadores de la banda judaica que dirige a la URSS, y que después de éste
se quedarían otros judíos para seguir el plan de dominación mundial en el
que colaboran Bulganin, Baruch, Reading, Thorez, Mendes France, David Ben Gurión
y otros muchos.
Continuando la lista de los judíos en el ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS tenemos a:
2.- Andrés Ianuarevich Vishinsky, muerto ya; fue ministro del Exterior
de la URSS antes de la muerte de la muerte de Stalin; después, delegado
permanente de la Unión Soviética en la ONU, donde no perdía oportunidad
para lanzar palabrotas contra los países no comunistas tal como lo hacía
cuando era `juez popular´. Su nombre judío era Abraham Ianuarevin
(Este judío fue fiscal en los procesos que condenaron a muerte a sus hermanos
de raza judía que constituían la vieja guardia revolucionaria de Lenin y que
fueron asesinados por Stalin y su pandilla también judía en la lucha por el
poder en Rusia).
3.- Jacob Malik, representante soviético ante la ONU y gran personaje
en la jerarquía diplomática soviética; judío.
4.- Valerian Zorin, un tiempo embajador en Londres y también gran
figura de la diplomacia soviética que cambia de cargo según las necesidades.
5.- Andrei Gromyko, diplomático judío de Galitzia; hoy, ministro de
Asuntos Exteriores de la URSS.
6.- Alejandro Panyushkin, ex-embajador soviético en Washington;
embajador en Pekín en 1955, considerado como el verdadero dictador de la
China Roja hasta que Mao Tse-tung, fiel al stalinismo, se rebeló contra
Khruschev cuando éste traicionó al dicho stalinismo.
7.- Zambinovich (Ustinov), embajador en Atenas hasta 1940; judío.
8.- Almirante Radionovich, embajador en Atenas entre 1945 y 1946, o sea
hasta cuando se preparó el `golpe de Estado´ comunista en Grecia; judío.
9.- Constantin Umansky, enviado a Washington durante la Segunda Guerra
Mundial y después potentado en el ministerio de Asuntos Exteriores de Moscú;
judío.
10.- Dimitri Manuilsky, ex-representante en Ucrania y en la ONU;
ex-presidente de Ucrania; judío.
11.- Ivan Maisky, embajador en Londres durante la guerra; luego alto
funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú; judío.
12.- Madame Kolontay; judía; embajadora en Estocolmo hasta su muerte
en marzo de 1952. (Antes estuvo en México. Su familia hebrea se había
mezclado con la aristocracia rusa a la que traicionó, como lo han hecho todos
esos judíos infiltrados en la nobleza por medio de matrimonios mixtos o por títulos
de nobleza obtenidos por servicios prestados a los reyes, los cuales sin darse
cuenta minaron en esa forma la fuerza de la nobleza de sangre, facilitando al
judaísmo su control; como ocurrió en Inglaterra o el derrocamiento de las
monarquías como sucedió en otros países).
13.- Daniel Solod, embajador en El Cairo en 1955. Este, ayudado por un grupo de judíos afiliados al cuerpo diplomático en El Cairo, dirige la conspiración israelita dentro del mundo árabe bajo la protección diplomática soviética, sin que el gobierno egipcio se dé cuenta. Este gobierno no debería olvidar que David Ben Gurión, primer ministro de Israel y también Golda Meyerson, ministra de Israel en Moscú, son judíos rusos como D. Solod (18).
No debe olvidarse que fue el judío Yagoda, jefe en esos días de la policía secreta de Stalin, el que dirigió con su equipo de verdugos israelitas la matanza de los judíos enemigos de Stalin en la URSS.
Actualmente, según los datos comprobados entre el 80% y el 90% de los puestos clave en todos los ministerios de Moscú y de las demás repúblicas soviéticas están ocupados por judíos. El Duque de la Victoria después de minucioso estudio concluye:
“No creo que pueda haber duda del origen de todos los que dirigieron y ocuparon los primeros puestos en Moscú desde los primeros momentos de la revolución; lo lamentable para los rusos es que después del tiempo transcurrido están muchísimo peor, porque ha aumentado de una manera alarmante la cantidad de judíos que existen en Rusia y todos los principales puestos directivos están en sus manos...” (19).
Al igual que Rusia, los países de Europa en donde el bolchevismo se ha enseñoreado, han sido totalmente dominados por la minoría judía que aparece siempre dirigiendo el gobierno comunista con mano férrea, criminal e inmisericorde, para lograr la total esclavitud de los ciudadanos autóctonos por un grupo insignificante de judíos.
Pero más convincente que cualquier argumento, es pasar revista a los principales dirigentes de las dictaduras socialistas europeas que se encuentran siempre en manos de los israelitas. haremos mención de los principales.
A.- HUNGRÍA:
1.- El jefe comunista más importante desde que el país fue ocupado
por las tropas soviéticas es Mathias Rakosi; israelita cuyo verdadero nombre
es Mathew Roth Rosenkranz, nacido en el año 1892 en Szabadka.
2.- Frenk Muennich; judío, primer ministro de Hungría en 1959, después
de Janos Kadar.
3.-
Ernö Gerö, ministro del Interior hasta 1954; judío.
4.-
Szebeni, ministro del Interior antes del judío Gerö, israelita.
5.-
General Laszlo Kiros, ministro del Interior desde julio de 1954; al mismo
tiempo jefe de la A.V.O. (policía secreta) correspondiente húngara de la
M.V.D. soviética; judío.
6.-
General Peter Gabor, jefe de la Policía Política comunista de Hungría hasta
1953; judío, llamado en realidad Benjamin Ausspitz, antiguo sastre de Sátoraljaujhely,
Hungría.
7.-
Varga, secretario de Estado para la Economía Planificada; judío, llamado en
realidad Weischselbaum; ex-ministro del gobierno de Bela-Kun. También
presidente del Consejo Superior Económico.
8.-
Beregi, ministro de Asuntos Exteriores.
9.-
Julius Egry, ministro de Agricultura de la R.P.H.; judío.
10.-
Zoltan Vas, presidente del Consejo Superior Económico; judío llamado en
realidad Weinberger.
11.-
Josef Revai, dictador de la prensa húngara y director del periódico rojo
`Szabad Nep´ (El pueblo libre); judío, llamado en realidad Moisés Kahána.
12.-
Révai (otro), ministro de educación Nacional; judío, llamado Rabinovits.
13.-
Jozsef Gerö, ministro de Comunicaciones; judío, llamado Singer.
14.-
Mihály Farkas, ministro de Defensa Nacional; judío, llamado Freedmann.
15.-
Veres, ministro de Estado; judío.
16.-
Vajda, ministro de Estado; judío.
17.-
Szántó, comisario para la Depuración, encviado desde Moscú en 1951; judío,
llamado Schreiber; ex-ministro del gobierno de Bela Kun.
18.-
Gyula Déssi, ministro de `Justicia´ hasta 1953; hoy, jefe de la Policía
Secreta; judío.
19.-
Emil Weil, embajador de Hungría en Washington. Es el doctor judío que torturó
al Cardenal Mindszenty.
Entre
otros potentados judíos de marca, hay que mencionar a:
1.-
Imre Szirmay, el director de la sociedad magyar de radiodifusión.
2.-
Gyula Garay, juez `popular´ del tribunal comunista de Budapest.
3.-
Coronel Caspo, sub-jefe de la Policía Secreta.
4.-
Profesor Laszlo Benedek; judío, dictador en cuestiones de enseñanza. El único
comunista importante de origen cristiano fue el masón Laszlo Rajk,
ex-ministro de Asuntos Exteriores, juzgado y condenado bajo culpa de `traición´
por sus `hermanos´ judíos (20), como les ha pasado en las dictaduras
comunistas a todos los masones de origen cristiano o gentil, engañados por el
poder oculto judaico que controla tras bambalinas la fraternidad masónica,
que los ha empujado en algunos países a trabajar por el triunfo de la
revolución socialista, para después al instaurarse la llamada `dictadura
del proletariado´ irlos matando en las famosas purgas.
B.- CHECOSLOVAQUIA:
1.-
Clement Gottwald, uno de los fundadores del Partido Comunista en
Checoslovaquia y presidente de este país entre 1948 y 1953; judío, muerto
poco después de Stalin.
2.-
Wladimir Clementis, ex-ministro comunista de Asuntos Exteriores de
Checoslovaquia, `juzgado y condenado´ en 1952; judío, víctima de
esas pugnas internas surgidas entre los hebreos comunistas.
3.-
Vaclav David, el actual ministro de Asuntos Exteriores de Checoslovaquia
(1955); judío.
4.-
Rudolf Slaski, ex-secretario general del PCCH, `condenado´en 1952; judío,
llamado Rudolf Salzmann.
5.-
Firi Hendrich, el actual secretario general del P.C.; judío.
6.-
General Bendric Reicin, `condenado´ en 1952; judío.
7.-
Andrés Simón, `condenado´en 1952; judío, llamado Otto Katz.
8.-
Gustav Bares, secretario general adjunto del P.C.; judío.
9.-
Iosef Frank, ex-secretario general adjunto del P.C., `condenado´ en 1952; judío.
10.-
Karel Schab, ex-ministro de Seguridad, `condenado´ en 1952; judío (21).
C.-
POLONIA:
1.-
Boleislaw Beirut, presidente de Polonia hasta 1954; judío.
2.-
Iacob Berman, secretario general del P.C.P.; judío.
3.-
Iulius Kazuky (Katz), ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, bien conocido
por sus discursos violentos en la ONU; judío.
4.-
Karl Swierezewsky, ex-viceministro de la Defensa Nacional de Polonia, muerto
por los campesinos anticomunistas ucranianos en el sur de Polonia; judío. (No
siempre es amorfa la masa del pueblo).
5.-
Iosif Cyrankiewicz, primer ministro de Polonia desde 1954, después de Beirut;
judío.
6.-
Hillary Mink, vice-primer ministro desde 1954; judío.
7.-
Zenon Nowek, segundo primer ministro de Polonia desde 1954; judío.
8.-
Zenon Kliszko, ministro de Justicia; judío.
9.-
Tadeo Kochcanowiecz, ministrod e Trabajo; judío.
El
único comunista polaco de origen cristiano, importantes, es Wladislaw
Gomulka, que fue alejado de la dirección política desde 1949 cuando perdió
el cargo de primer ministro, y más tarde o más temprano, pasará con él lo
que ha pasado con Rajk en Hungría (22). Últimamente fue repuesto en la
dirección del Partido y del Estado.
D.-
RUMANÍA:
1.-
Ana Pauker; judía, ex-ministra de Asuntos Exteriores de la `República
Popular Rumana´ y agente No. 1 del Kremlin en Rumanía hasta el mes de junio
de 1952 cuando pasó a la sombra, pero libre en Bucarest hasta hoy día. Esta
hiena judía llamada originalmente Anna Rabinsohn, es hija de un rabino judío
venido a Rumanía desde Polonia. Nació en Moldavia en 1892...
2.-
Ilka Wassermann; ex-secretaria particular de Anna Pauker; actualmente la
verdadera dirigente del ministerio de Asuntos Exteriores; judía.
3.-
Iosif Kisinevsky, el actual agente No. 1 del Kremlin en Rumanía; miembro del
Comité Central del Partido Comunista y vice-presidente del Consejo de
Ministros. Es judío de Bessarabia; su nombre real es Ioska Broitman. Es el
verdadero jefe del Partido Comunista en Rusia, aunque
`oficialmente´ el secretario general de este partido es el cerrajero
rumano Gheorghe Gheorghiu Dez, que juega un simple papel de pantalla política.
Kisinevski tomó su actual seudónimo del nombre de la ciudad de Kisinau,
Bessarabia, donde antes de la llegada del Ejército Rojo tenía una sastrería;
judío.
4.-
Teohari Georgescu, ministro de Asuntos Interiores en el gobierno comunista de
Bucarest entre 1945 y 1952; en la actualidad está relegado a un cargo
secundario, aunque `oficialmente´ fue `expulsado´ del Partido Comunista. Está
en la misma situación que Anna Pauker. Su nombre verdadero es Burach
Tescovich, y es un judío originario de Galatz, puerto rumano del Danubio...
5.-
Avram Bunaciu, es el actual (1955) secretario general del Presidium de la Gran
Asamblea Nacional de la `República Popular Rumana´, o sea el verdadero jefe
de esta asamblea, ya que Petru Groza, el presidente `oficial´, es solamente
un viejo maniquí, masón, casado con una judía, cuyo papel es puramente
decorativo. Avram Bunaciu se llama en realidad Abraham Guttman (Gutman
traducido es el nombre correspondiente en rumano a `Bunaciu´, o sea el seudónimo
adoptado por este judío).
6.-
Lotar Radaceanu, otro ministro del gobierno comunista de Bucarest `depuesto´
en 1952 y reaparecido en la tribuna de honor en 1955. Es judío de
Transilvania. Se llama Lothar Würtzel. Como la palabra `würtzel´
traducida al rumano significa `radacina´, o sea `raíz´ en
castellano, este judío ha transferido sencillamente su nombre hebreo al
rumano y se llama ahora `Radaceanu´.
7.-
Mirón Constantinescu, miembro del Comité central del Partido Comunista y
ministro de las Minas y el Petróleo, cambia de vez en cuando sus cargos
ministeriales. Es un judío de Galatzi, Rumanía, llamado en realidad Mehr
Kohn, y usa, como es costumbre en ellos, seudónimo rumano.
8.-
General Locotenent Moisés Haupt, comandante de la Región Militar de
Bucarest; judío.
9.-
Coronel General Zamfir, jefe de la `Seguridad General´ comunista de
Rumanía y el responsable de millares de asesinatos ejecutados por esta policía
secreta. Es judío originario del puerto de Braila, sobre el Danubio. Se llama
Laurian Rechler.
10.-
Heim Gutman, jefe del Servicio Secreto Civil de la `República Popular
Rumana´; judío.
11.-
Mayor General William Suder, jefe del Servicio de Información y
Contraespionaje del Ejército comunista rumano. Es judío llamado Wilman Süder.
Ex-oficial del Ejército soviético.
12.-
Coronel Roman, ex-director del Servicio E.C.P. (Educación, Cultura y
Propaganda) del Ejército rumano hasta 1949, y actualmente ministro en el
gobierno comunista. Su nombre judío es Walter.
13.-
Alejandro Moghiorosh, ministro de la Nacionalidad en el gobierno rojo; judío
de Hungría.
14.-
Alejandro Badau, jefe del Servicio de Control de los Extranjeros en Rumanía.
Es judío originario de la ciudad de Targoviste cuyo nombre auténtico es
Braunstein. Antes de 1940 su familia tenía un gran almacén comercial en
Targoviste.
15.-
Mayor Lewin, jefe de la censura de la Prensa; judío, ex-oficial del Ejército
Rojo.
16.-
Coronel Holban, jefe de la `Seguridad´ comunista de Bucarest; judío, llamdo
Moscovich. Ex-jefe sindical.
17.- George Silviu, secretario general administrativo del ministerio de Asuntos Interiores; judío, llamado Gersh Golinger.
18.-
Erwin Voigulescu, jefe de la división de pasaportes en el ministerio de
Asuntos exteriores; judío, llamado Erwin Weinberg.
19.-
Gheorghe Apostol, jefe de la Confederación General del Trabajo de Rumanía;
judío, llamado Gerschwin.
20.-
Stupineanu, jefe del Servicio de espionaje Económico; judío, llamado
Stappnau.
21.-
Emmerick Stoffel, ministro de la `República Popular Rumana´ en Suiza;
judío de Hungría, especialista en cuestiones bancarias.
22.-
Harry Fainaru, `ex-consejero´ (jefe) de la Legación comunista rumana
en Washington hasta 1954; y actualmente potentado en el ministerio de Asuntos
exteriores de Bucarest; judío, llamado Hersch Feiner. Antes de 1940 su
familia tenía un comercio de cereales en Galatzi.
23.-
Ida Szillagy, la verdadera jefa de la Legación rumana de Londres; judía,
amiga de Anna Pauker.
24.-
Lazarescu, el `chargé d´affaires´, del gobierno rumnao en París;
judío, llamado en realidad Burach Lazarovich, hijo de un comerciante judío
de Bucarest.
25.-
Simón Oieru, sub-secretario de estado rumano; judío, llamado Schaffer.
26.-
Aurel Baranga, inspector general de la Artes; judío, llamdo Ariel Leibovich.
27.-
Liuba Kisinevski, presidenta de la U.F.A.R. (Unión de mujeres antifascistas
`rumanos´ ); judía, originaria de Cernautzi, Bucovina, llamada en realidad
Liuba Broitman, esposa de Iosif Kisinevski, del Comité Central del partido.
28.-
Lew Zeiger, director del Ministerio de Economía Nacional; judío.
29.-
Doctor Zeider, jurisconsulto del Ministerio de Asuntos Exteriores; judío.
30.-
Marcel Breslasu, director general de Artes; judío, llamado Mark Breslau.
31.-
Silviu Brucan, redactor jefe del diario `Scanteia´,
órgano oficial del partido; judío, de nombre Brücker. Éste dirige
toda la campaña de mentiras con la cual se quiere engañar al pueblo rumano
sobre la verdadera situación creada por el comunismo. Al mismo tiempo el judío
Brücker dirige la falsa campaña `antisemita´ de la prensa comunista de
Rumanía.
32.-
Samoila, director administrativo del periódico `Scanteia´; judío,
llamado Samuel Rubinstein.
33.-
Horia Liman, el segundo redactor del periódico comunista
34.-
Ingeniero Schnapp, director administrativo del periódico comunista `Romania
Libera´ (Rumania Libre), el segundo diario comunista en tiraje; judío.
35.-
Jean Mihai, jefe de la Cinematografía rumana (propaganda comunista a través
de las películas); judío, cuyo nombre es Iacob Michael.
36.-
Alejandro Graur, director general de la sociedad rumana de radiodifusión,
totalmente al servicio del partido Comunista. Es un profesor judío llamado en
realidad Alter Brauer, originario de Bucarest.
37.-
Mihail Roller, actual presidente de la Academia Rumana, es un oscuro profesor
judío totalmente desconocido antes de la llegada de los soviéticos a Rumanía.
Hoy es `presidente´ de nuestra Academia y más aún, ha escrito una `nueva
historia´ del pueblo rumano falsificando las realidades históricas.
38.-
Profesor Weigel, uno de los tiranos judíos de la Universidad de Bucarest que
dirige la `depuración´ permanente de los estudiantes rumanos
abiertamente hostiles al régimen comunista judío.
39.-
Profesor Levin Bercovich, otro tirano de la Universidad de Bucarest que
controla con sus agentes la actividad de los profesores rumanos y sus
relaciones sociales; judío, llegado de Rusia.
40.- Silviu Iosifescu, el `crítico literario´ oficial que ha `censurado´ y cambiado la forma y el fondo de las poesías de nuestros mejores poetas como Eminescu Alecsandri, Vlahutza, carlova, etc., - todos muertos hace decenas de años o más de medio siglo- porque estas poesías `no estaban en concordancia con las ideas marxisto-comunistas´. este asesino literario es judío, llamado en realidad Samoson Iosifovich.
41.-
Ioan Vinter, el segundo `crítico literario´ marxista del régimen,
autor de un libro titulado `El problema de la herencia literaria´; judío,
de nombre Iacob Winter.
Los
tres ex-secretarios de la Confederación General del Trabajo hasta 1950, o sea
Alejandro Sencovich, Mischa Levin y Sam Asriel (Serban), eran todos judíos
(23).
E.- YUGOSLAVIA
1.-
El mariscal Tito, cuyo verdadero nombre judío es el de Iosif Walter Weiss,
originario de Polonia.
2.-
Moisés Pijade, secretario general del Partido Comunista y en realidad la `eminencia
gris´ del régimen; judío sefardita.
3.-
Kardelj, miembro del Comité Central del P.C. yugoslavo y ministro de Asuntos
Exteriores; judío de origen húngaro, llamado en realidad Kardayl.
4.-
Rankovic, miembro del Comité Central del P.C. yugoslavo y ministro de Asuntos
Interiores; judío austríaco, llamado antes Rankau.
5.-
Alejandro Bebler, miembro del Comité Central del P.C. y delegado permanente
de Yugoslavia en la ONU; judío austríaco.
6.-
Ioza Vilfan (Joseph Wilfan), consejero económico de Tito, en realidad el
dictador económico de Yugoslavia; judío de Sarajevo
(24).
Como en Yugoslavia no había tantos judíos como en otros países, encontramos mayor número de nacionales en el gobierno comunista de su país, pero siempre en puestos secundarios, porque los principales dirigentes antes señalados son los que en realidad dominan totalmente el gobierno yugoslavo.
Numerosos autores católicos han realizado estudios estadísticos que
también demuestran que el comunismo es obra judía. En el libro “La
guerra oculta” de Malinski y de Poncins, edición italiana, Milán,
1961, recientemente publicado, se incluye un apéndice de Monseñor Jouin con
datos estadísticos muy reveladores al respecto. Es importante también el
estudio sobre la materia aparecido en Roma con el título: “La
rivoluzione mondiale e gli hebrei” (La revolución mundial y los
hebreos), publicado por la revista de los jesuitas en esta ciudad, titulada
“Civiltà cattòlica” en el opúsculo 17361 del año de 1922.
Capítulo
Cuarto
LOS
FINANCIEROS DEL COMUNISMO
La judería internacional tiende en conjunto al socialismo comunista de
Marx realizado por ellos actualmente en la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas y en todos sus satélites, porque el comunismo es la meta
inmediata de sus aspiraciones de dominación mundial y de poder omnímodo
sobre todos los pueblos de la Tierra. Siempre han manifestado tal criterio y
desde el principio han tendido conjuntamente a este fin.
Este resultado final comunista es concebido por todos los judíos como
su propia meta con una absoluta unanimidad, aunque muchas personas no judías,
defectuosamente informadas o intencionalmente engañadas, piensen que el gran número
de judíos multimillonarios que hay en el mundo y que incluso dominan las
finanzas mundiales, tienen que estar situados frente a esa tendencia que trata
de arrebatarles sus riquezas.
A simple vista, nada más lógico que pensar en un acaudalado
financiero, en un rico comerciante o en un importante industrial como el
enemigo natural más acérrimo del comunismo; pero si los industriales,
comerciantes o financieros son judíos, no habrá la menor duda de que serán
también comunistas, ya que el socialismo comunista de Marx ha sido creado y
realizado por ellos no para perder los bienes que poseen, sino para adueñarse
de todos los demás que aún no les pertenecen y acaparar en sus manos toda la
riqueza mundial, que según su sentir detentan indebidamente todos los que no
son de la raza israelita.
El conocido escritor Werner Sombart, dice:
“El
principal carácter de la religión judía consiste en que es una religión
que no tiene que ver con el más allá, una religión, por decirlo así, única
y esencialmente terrestre”.
“El
hombre no puede experimentar el bien o el mal mas que en este mundo; si Dios
quiere castigar o recompensar, no puede hacerlo mas que en vida del hombre.
Por eso aquí abajo debe prosperar el justo y sufrir el impío”.
“Es
inútil insistir sobre las diferencias que se deducen de esta oposición entre
las dos maneras de ver tocante a las actitudes respectivas del judío piadoso
y del cristiano piadoso con respecto a la adquisición de las riquezas.
Mientras el cristiano piadoso que se había hecho culpable de usura, está
atormentado en su lecho de muerte por las torturas del arrepentimiento y
estaba dispuesto a renunciar a cuanto poseía porque el bien injustamente
adquirido le abrasaba; el judío piadoso, llegado al término de la vida,
miraba con complacencia las arcas y cofres llenos hasta crujir, en donde
estaban acumulados los cequíes (moneda) descontados durante su larga vida
sobre los pobres cristianos y también sobre los pobres musulmanes; espectáculo
en el que su corazón piadoso podía regocijarse, porque cada perrilla de
interés que estaba allí encerrada era como un sacrificio ofrecido a su
Dios”
(25).
Al mismo tiempo el dinero judío es el instrumento poderosísimo que ha
permitido al socialismo marxista financiar ampliamente los movimientos
revolucionarios, sin cuyo apoyo no hubiera podido triunfar jamás; y la forma
de corromper en todos los aspectos la civilización cristiana, ya sea
materializando al individuo al hacerle preferir la riqueza a los valores
trascendentes, o bien por los medios directos que tan efectivamente saben usar
como el cohecho, el peculado, la concusión y en general la compra de las
conciencias.
La idea judía de acaparar todo el dinero del mundo por medio del
comunismo aparece con toda diafanidad en muchos famosos escritores judíos
como Edmond Fleg, Barbusse, André Spire y otros, pero principalmente en la
conocida carta enviada por el célebre judío neomesianista Baruch Levy a Karl
Marx, descubierta en 1888 y publicada por primera vez en ese mismo año. Su
texto es el siguiente:
“El
pueblo judío tomado colectivamente será él mismo su Mesías. Su reino sobre
el universo se obtendrá por la unificación de las otras razas humanas, la
supresión de las fronteras y de las monarquías que son los baluartes del
particularismo, y el establecimiento de una república universal que reconocerá
por doquier los derechos de la ciudadanía a los judíos. En esta nueva
organización de la humanidad, los hijos de Israel diseminados actualmente
sobre toda la superficie del globo, todos de la misma raza y de igual formación
tradicional, sin formar no obstante una nacionalidad distinta, llegarán a ser
sin oposición el elemento dirigente en todas partes, sobre todo si llegan a
imponer a las masas obreras la dirección estable de algunos de entre ellos.
Los gobiernos de las naciones al formar la república universal pasarán todos
sin esfuerzo a manos de los israelitas a favor de la victoria del
proletariado. La propiedad individual podrá entonces ser suprimida por los
gobiernos de raza judía que administrarán en todas partes la fortuna pública.
Así se realizará la promesa del Talmud que cuando los tiempos del Mesías
hayan llegado los judíos tendrán bajo sus llaves los bienes de todos los
pueblos del mundo”
(26).
Siguiendo esta táctica de acaparamiento económico, es perfectamente natural que veamos a los más ricos financieros y a los banqueros más importantes del mundo financiar las revoluciones comunistas; y no es difícil, teniendo en cuenta los datos citados, aclarar una situación que superficialmente parecería paradójica y absurda al contemplar siempre unidos a los más acaudalados judíos del mundo con los dirigentes israelitas de los movimientos comunistas.
Si
las explicaciones de los más connotados judíos son suficientes para
mostrarnos esta estrecha relación con claridad meridiana, más ilustrativos
son los hechos tan notorios que nos permiten borrar hasta el más leve
resquicio de incertidumbre.
Después
de la derrota francesa de 1870 y la caída del Imperio de Napoleón III, los
marxistas, dirigidos desde Londres por Karl Marx, se adueñaron de París el
18 de marzo de 1871 por más de dos meses, con apoyo de la guardia nacional
que se había constituido en un organismo armado totalmente dependiente de la
Internacional marxista.
Cuando
la Comuna no pudo resistir el ataque de las tropas del gobierno que tenían su
sede en Versalles, y al considerar los comunistas segura su derrota, se
dedicaron al robo, al asesinato y al incendio para destruir la capital de
acuerdo con la consigna dada anteriormente por Clauserets en 1869: “¡Nosotros
o nada! Yo os afirmo: París será nuestro o no existirá más”.
En
esta ocasión quedó claramente manifiesta la complicidad de los banqueros judíos
franceses con los comunistas, al constatar –como lo señala Salluste en su
libro “Les origines secrètes du bolchevisme”- que Rothschild, por
una parte, hacía presión en Versalles ante Thiers, presidente de la República,
para evitar una acción decidida del ejército en contra de los comunistas
marxistas, hablando de posibles entendimientos y acomodos con el Comité
central de los Federados (marxistas); y por otra parte, gozaba de una total
impunidad tanto en su persona como en sus bienes en la ciudad de París,
sumida en un espantoso y sangriento caos.
A
este respecto nos dice Salluste en su obra citada, pág. 137:
“M.
de Rothschild es cierto que tenía buenas razones para creer posible la
conciliación: su chalet de la calle Saint-Florentin estaba protegido día y
noche por un piquete de federados (marxistas) encargados de evitarle cualquier
depredación, piquete que estuvo renovándose durante dos meses hasta el
momento en que la gran barricada que se levantaba a dos pasos de ahí fue
tomada por las tropas de Versalles”.
“Cuando
los rehenes eran fusilados, cuando los más bellos palacios de París ardían
y millares de franceses morían víctimas de la guerra civil, es curioso
constatar que la protección acordada por los comunistas al gran banquero judío
no cesó por un momento”.
Otro
ejemplo acaecido ya en nuestro siglo, mencionado por Esteban J. Malanni en su
obra “Comunismo y Judaísmo” es el siguiente:
“En
1916 el teniente general del ejército imperial ruso A. Nechvolodof transcribe
una información secreta de uno de los agentes del Estado Mayor, con fecha 15
de febrero de ese año, recibida en el Estado Mayor del generalísimo ruso en
los siguientes términos: El Partido revolucionario ruso en Norteamérica ha
determinado llegar a los hechos. En consecuencia, de un momento a otro, se
pueden esperar revueltas”.
“La
primera reunión secreta que señala el principio en la era de los actos de
violencia se verificó el lunes por la tarde del 14 de febrero, en el East End
de Nueva York. Debían reunirse sesenta y dos delegados, de los cuales
cincuenta eran `veteranos´ de la revolución de 1905, y los demás, miembros
nuevos. La mayor parte de los asistentes eran judíos, y entre ellos, muchos
eran gente instruida, como doctores, publicistas, etcétera...También se
encontraban entre ellos algunos revolucionarios de profesión...”.
“Los
comienzos de esta primera reunión fueron casi totalmente dedicados a examinar
los medios y posibilidades de hacer en Rusia una gran revolución. El momento
era de los más favorables.
“Se
dijo que el partido acababa de recibir de Rusia informes secretos, según los
cuales la situación era del todo propicia, porque ya estaban concluidos todos
los acuerdos preliminares para una sublevación inmediata. El único obstáculo
serio era la cuestión del dinero; pero apenas se hizo esta observación,
contestaron inmediatamente algunos miembros que eso no debía suscitar ninguna
duda, porque en el momento que se necesitare, darían sumas considerables
personas que simpatizaban con el movimiento para libertar al
pueblo
ruso. Y a este propósito se pronunció repetidas veces el nombre de Jacobo
Schiff (acaudalado banquero judío) ”
(27).
A principios de 1919, el servicio secreto de Estados Unidos de Norteamérica, entregó al alto delegado de la República Francesa en ese país un memorial en el que categóricamente señala la participación de los principales banqueros en la preparación de la revolución comunista rusa:
“
7-618-6
No. 912-S. R. 2
Transmitido por el Estado Mayor
II
del ejército 2º.
despacho
En febrero de 1916, se supo por primera vez que en Rusia se estaba
fomentando una revolución. Se descubrió que las personas y firmas bancarias
que se mencionan estaban complicadas en esta obra de destrucción:
1.-
Jacob Schiff; judío.
2.- Kuhn, Loeb and Co., firma judía.
Dirección:
Jacobo
Schiff, judío;
Félix Warburg, judío;
Otto Kahn, judío;
Mortimer
Schiff, judío;
Jerónimo H. Hanauer, judío;
3.- Guggenheim, judío;
4.-
Max Breitung, judío “.
(28)
“A
principios de 1917 el poderoso banquero Jacobo Schiff comenzó a proteger a
Trotsky, judío y francmasón, cuyo verdadero nombre es Bronstein; la misión
que se le encomendaba era dirigir en Rusia la revolución social. El periódico
de Nueva York “Forward”, cotidiano judío y bolchevista, también
le protegió con el mismo objeto. También le ayudaban financieramente los
grandes bancos: Casa judía Max Warburg, de Estocolmo; el Sindicato “Westphalien-Rhenan”,
por el judío Olef Aschberg de la Nye-Banken de Estocolmo y por Jivotovsky,
judío, cuya hija se casó con Trotsky y de este modo se establecieron las
relaciones entre los multimillonarios judíos y los judíos proletarios...”
“La
firma judía Kuhn, Loeb and Co., está en relación con la Sindical “Westphalien-Rhenan”,
firma judía de Alemania; lo mismo que los hermanos Lazare, casa judía de París,
lo está con la Gunzbourg, casa judía de Petrogrado, Tokio y París; si
observamos además que todos los asuntos se resuelven también con las casas
judías Speyer and Co., de Londres, Nueva York y Francfort-sur-le-Mein, y lo
mismo con las casas Nye Banken, que es la encargada de los negocios judíos-bolchevistas
de Estocolmo, podremos deducir que la relación que tiene la Banca con todos
los movimientos bolchevistas, debe pensarse que en la práctica representa la
expresión verdadera de un movimiento general judío, y que ciertas Casas de
banca judías están interesadas en la organización de esos movimientos”
(29)
“En
el folleto de S. de Baamonde vuelvo a encontrar más sobre la banca Kuhn and
Co. Jacob Schiff era un israelita de origen alemán. Su padre, que vivió en
Francfort, fue en esa ciudad un modesto corredor de la casa Rothschild. El
hijo emigró a los Estados Unidos y allí hizo una rápida carrera que le
convirtió pronto en jefe de la gran firma Kuhn, Loeb and Co., principal banco
israelita de (Estados Unidos) América”.
“En
el mundo bancario judío Jacobo Schiff no se significó solamente por su
ciencia en los negocios y por el atrevimiento de sus concepciones. Aportó
también proyectos e intenciones muy decididas, aunque no nuevas ni propias,
sobre la acción política dirigente que esa banca debe ejercer sobre los
destinos del mundo: `The spiritual direction of human affairs´.”
“Otra de las constantes preocupaciones del plutócrata, era la intervención a toda costa en los asuntos políticos de Rusia para provocar en ese país un cambio de régimen. La conquista política de Rusia que hasta entonces había escapado a la influencia masónica, gracias a un régimen nacional, debía ser el mejor medio de asegurar en el Universo entero el poder de Israel” (30).
“En
la primavera de 1917, Jacobo Schiff comenzó a comanditar a Trotsky (judío)
para que hiciera la revolución social en Rusia. El diario judío bolchevique
de Nueva York, “Forward”, se cotizó también con el mismo
objeto”.
“Desde
Estocolmo, el judío Max Warburg habilitaba igualmente a Trotsky y Cía; y lo
mismo hacían el Sindicato Westfaliano-Renano, importante consorcio judío; el
judío Olef Aschberg, del Nye Banken de Estocolmo; y Yivotovsky, un judío con
cuya hija está casado Trotsky”.
“Al
mismo tiempo, un judío, Paul Warburg, demostraba tener relaciones tan
estrechas con los personajes bolcheviques que no fue reelegido en la `Federal
Reserve Board´. “
(31)
El
“Times” de Londres del 9 de febrero de 1918 y el “New York
Times”, en dos artículos de Samuel Gompers publicados en los números
de 1º. de mayo de 1922 y 31 de diciembre de 1923, decía lo siguiente:
“Si
tenemos en cuenta el hecho de que la firma judía Kuhn-Loeb and Co. está en
relaciones con el Sindicato Westfaliano-Renano, firma judía de Alemania; con
Lazare Frères, casa judía de París; y también con la casa bancaria
Gunzburg, firma judía de Petrogrado, Tokio y París; y si advertimos además
que los precedentes negocios judíos mantienen estrechas relaciones con la
casa judía Speyer and Co., de Londres, NuevaYork y Francfort del Meno; lo
mismo que con el Nye Banken, casa judía bolchevique de Estocolmo;
comprobaremos que el movimiento bolchevique en sí, es, hasta cierto punto, la
expresión de un movimiento general judío y que determinadas casas bancarias
judías están interesadas en la organización de este movimiento”
(32).
El
general Nechvolodof apunta en su obra el fuerte financiamiento judío a la
revolución comunista de Rusia:
“Durante los años que precedieron a la revolución, doce millones de dólares habían sido entregados por Jacobo Schiff a los revolucionarios rusos. Por otra parte, según M. Bakmetieff, embajador del gobierno imperial ruso en Estados Unidos, fallecido en París, hace algún tiempo, los bolcheviques triunfantes habían remitido, entre 1918 y 1922, 600 millones de rublos de oro a la firma Kuhn, Loeb and Co.” (33).
Después de estas pruebas tan concluyentes, no creo que a ninguno se le ocurra llegar a la optimista conclusión de que hay judíos malos (los comunistas) y judíos buenos (los capitalistas); y que mientras unos tienden a acabar con las riquezas de los particulares y a hacer desaparecer la propiedad privada, otros tienden a defender ambas cosas para no perder sus enormes fortunas. Desgraciadamente para nuestra civilización el complot judío presenta caracteres de absoluta unidad y el judaísmo constituye una fuerza monolítica tendiente a acaparar, por medio del socialismo comunista de Marx, todas las riquezas del mundo sin excepción.
El
hecho de que –como en todas las instituciones humanas- en el judaísmo
surjan a veces rivalidades y luchas internas no altera esta situación. Estos
pleitos de familia surgen generalmente por ambiciones de mando, aunque sean
disfrazados por razones religiosas o de estrategia a seguir, pero los bandos
en pugna siempre coinciden en desear el dominio del mundo (en los órdenes político,
económico y religioso) y en que el mejor medio de lograr ese dominio total es
por medio de la dictadura socialista o comunista, que permitirá a los judíos
adueñarse de la riqueza de todos los pueblos de la Tierra.
Hoy
en día, en nuestro mundo civilizado se considera el racismo como el mayor
pecado en que pueden incurrir los humanos, falta que deja perenne y
escandaloso estigma de salvajismo y brutalidad, siempre que no sea el pueblo
judío el que lo practique. Gracias a la propaganda (casi totalmente acaparada
en el mundo por los israelitas: cine, radio, prensa, televisión, editoriales,
etc.), el antisemitismo es la manifestación racista más abominable de todas.
Los judíos han hecho del antisemitismo un arma verdaderamente demoledora, que
sirve para nulificar el esfuerzo de las innumerables personas u organizaciones
que habiendo comprendido claramente cuál es la verdadera cabeza del comunismo
–pese a los disfraces y estratagemas usados por esta raza para ocultar sus
verdaderas actividades-, han querido dar la voz de alerta horrorizados ante el
ominoso fin que cada vez está más próximo.
Su
labor mendaz ha sido tan efectiva, que la mayoría de los anticomunistas
queriendo acabar con el monstruo marxista lanzan sus valerosos y decididos
ataques a los tentáculos del pulpo, ignorando la existencia de la terrible
cabeza, que regenera los miembros destruidos, dirige los movimientos y
armoniza las actividades de todas las partes de su sistema. La única
posibilidad de destruir el socialismo comunista de Marx, es atacar a la cabeza
del mismo, que actualmente es el judaísmo, según nos lo indican los hechos más
incontrovertibles y los testimonios más irrecusables de los mismos judíos.
Mientras
los países cristianos son anti-racistas porque fundamentan su idea en el
concepto del prójimo, los judíos has sido siempre y son en la actualidad los
racistas más furibundos. Basan su racismo en las ideas del Talmud, partiendo
del principio de que el no judío ni siquiera es un ser humano.
Pero
este anti-racismo cristiano es explotado muy hábilmente por los judíos y, a
la sombra del mismo, tejen sus infernales maquinaciones en contra de la
Iglesia Católica y de todo orden cristiano, estructurando el sistema
comunista en donde no hay Dios, no hay Iglesia, ni hay principios
trascendentales de ninguna clase. En cuanto son atacados, se quejan con
clamorosas lamentaciones presentándose como víctimas del racismo inhumano,
con el fin de paralizar cualquier labor de defensa que se oponga a sus ataques
destructores.
Sin
embargo, la verdadera defensa contra el comunismo, que forzosamente tiene que
dirigirse contra los judíos (contra la cabeza), no puede considerarse de ningún
modo como una pecaminosa manifestación de un sentimiento de aversión a una
raza determinada, ya que el criterio de discriminación racial es totalmente
ajeno a nuestra cultura y a nuestros principios cristianos; pero no se puede
soslayar un problema de tanta gravedad y trascendencia por el sólo hecho de
temer el calificativo de “antisemita” que sin duda caerá sobre
cualquiera que comprenda la situación actual del mundo.
No
se trata, pues, de luchar contra una raza por consideraciones de orden racial.
Si el problema se nos plantea actualmente en estos términos, la culpa es
exclusivamente de los judíos que no nos dejan lugar a escoger con su racismo
a ultranza, su absoluto desprecio por todos los que no son de su raza y sus
ansias de dominación mundial.
Para
los católicos en particular y para el mundo civilizado en general, que todavía
cree en los principios axiológicos y en los valores trascendentes, la
planeación no puede ser más sencilla puesto que se trata de un problema de
legítima defensa, perfectamente aceptado en el orden moral y jurídico, ya
que el nítido dilema que nos presenta el judaísmo es: dominación judía
comunista o exterminio.
Capítulo
Quinto
TESTIMONIOS
JUDÍOS
Los
mismos judíos –no obstante su hermetismo acostumbrado e incluso a pesar de
sus tácticas de engaño y ocultamiento con que han logrado permanecer
generalmente en la oscuridad para no revelar su plan comunista de conquista
mundial- han sufrido algunos momentos de debilidad, llevados por el optimismo
o el excesivo júbilo ante la contemplación de sus éxitos, que han provocado
en determinadas ocasiones algunas declaraciones indiscretas, sumamente
ilustrativas.
Kadmi-Cohen,
prestigiado escritor judío, señalaba:
“En
lo concerniente a los judíos, su papel en el socialismo mundial es tan
importante que no puede pasar en silencio. ¿No basta recordar los nombres de
los grandes revolucionarios judíos de los siglos XIX y XX, como los Carlos
Marx, Lasalle, Kurt Eisner, Bala Kun, Trotsky y León Blum, para que aparezcan
así los nombres de los teóricos del socialismo moderno?”.
“¡Qué
confirmación brillante no encuentran las tendencias de los judíos en el
comunismo fuera de la colaboración material en organizaciones de partidos, en
la aversión profunda que un gran judío y gran poeta, Enrique Heine, sentía
por el derecho romano! y las causas subjetivas, las causas pasionales de la
rebelión de Rabbi Aquiba y Bar-Kochba del año 70 y 132 después de
Jesucristo contra la paz romana y el derecho romano, comprendidas y sentidas
subjetiva y pasionalmente por un judío del siglo XIX que aparentemente no había
conservado ningún lazo con su raza”.
“Y
los revolucionarios judíos y los comunistas que atacan el principio de la
propiedad privada, cuyo monumento más sólido en el Código de derecho Civil
de Justiniano, de Ulpiano, etc...., no hacen sino lo que sus antepasados, que
resistían a Vespasiano y a Tito. En realidad, son los `muertos que hablan´
”
(34).
El
blasfemo escritor judío, Alfredo Nossig, nos dice:
“El
socialismo y el mosaísmo de ninguna manera se oponen; sino, por el contrario,
entre las ideas fundamentales de ambas doctrinas hay una conformidad
sorprendente. No debe desviarse más el nacionalismo judío del socialismo,
como de un peligro que amenaza su ideal, que el socialismo judío, del mosaísmo,
pues ambos ideales paraleleos se han de realizar en el mismo camino”
(35).
“Del
examen de los hechos resulta de modo irrefutable que no sólo los judíos
modernos han cooperado de una manera decisiva a la creación del socialismo;
sus propios padres ya eran los fundadores del mosaísmo...La semilla del mosaísmo
obrá a través de los siglos en cuanto a doctrina y a ley de un modo
consciente para unos e inconsciente para otros”.
“El
movimiento socialista moderno es para la mayoría obra de judíos; los judíos
fueron los que imprimieron en él la marca de su cerebro; igualmente fueron
judíos los que tuvieron parte preponderante en la dirección de las primeras
repúblicas socialistas...”.
“El socialismo mundial actual, forma el primer estado del cumplimiento del mosaísmo, el principio de la realización del estado futuro del mundo anunciado por los profetas” (36).
En
su libro, “Integrales
Judentum”,
ratifica esta idea del socialismo como doctrina judía, cuando escribe lo
siguiente:
“Si
los pueblos quieren progresar de veras deben despojarse del temor medieval de
los judíos y de los prejuicios reaccionarios que tienen contra ellos; deben
reconocer lo que son en realidad: los precursores más sinceros del desarrollo
de la humanidad. Hoy exige la salvación del judaísmo que reconozcamos el
programa del socialismo abiertamente a la faz del mundo. Y la salvación de la
humanidad en los siglos venideros depende de la victoria de ese programa”
(37).
La razón de esta postura revolucionaria judía está claramente explicada por el conocido escritor judío E. Eberlin, en la siguiente cita:
“Cuanto
más radical es la revolución, tanta más libertad e igualdad para los judíos
resulta de ella. Toda corriente de progreso no deja de consolidar la posición
de los judíos. Del mismo modo, todo retroceso y toda reacción los alcanza en
primer lugar. A menudo basta una simple orientación en las derechas para
exponer a los judíos al boicoteo...Bajo este aspecto, el judío es el manómetro
de la caldera social”.
“Como
entidad, la nación judía no puede colocarse al lado de la reacción, porque
la reacción, es decir, la vuelta al pasado, significa para los judíos la
continuación de las condiciones anormales de su existencia” (38).
El
connotado judío Jacob de Haas en “The Maccabean”, nos dice
claramente que:
“La
revolución rusa es una revolución del judaísmo. Ella significa un cambio en
la historia del pueblo judío. Digamos francamente que era una revolución
judaica, porque los judíos eran los revolucionarios más activos de Rusia”.
En
el periódico judeo-francés, titulado: “Le Peuple Juif”, del 16 de
febrero de 1919, se lee lo siguiente:
“La
revolución rusa que estamos viendo, será obra exclusivamente de nuestras
manos”.
Por
su parte Ricardo Jorge, que prologa un libro del famoso escritor judío Samuel
Schwarz, dice lo siguiente:
“Si
de las cumbres de la ciencia pura descendemos a la arena en que se entrechocan
las pasiones y los intereses de los hombres, surge ante nosotros el oráculo
de la nueva religión socio-política, el judío Karl Marx, el caudillo
doctrinario de la guerra sin cuartel del proletariado, que encuentra en la
cabeza y en el brazo de Lenin, la realización de sus credos, inspiradores del
estado soviético, que amenaza subvertir los fundamentos de las instituciones
tradicionales de la sociedad ”
(39).
Asimismo, otro judío, Hans
Gohen, en “Die Politische Idee”, afirma que: “El
socialismo de Marx es el fin de nuestras aspiraciones”.
En
el Nº. 12 del periódico “El Comunista”, publicado en Karkoff con
fecha 12 de abril de 1919, el judío M. Cohen, escribía:
“Sin
exageración puede asegurarse que la gran revolución social de Rusia se llevó
a cabo por medio de los judíos...Cierto es que en las filas del ejército
rojo hay soldados que no son judíos, en cuanto toca a los soldados rasos,
pero en los comités y en la organización soviet, como los comisarios, los
judíos llevan con valor a las masas de proletariados rusos ante la
victoria”. (40)
“Al
frente de los revolucionarios rusos iban los alumnos de la Escuela Rabínica
de Lidia...Triunfó el judaísmo sobre la espada y el fuego...mandando con
nuestros hermano Marx, que es el encargado de cumplir con lo que han mandado
nuestros profetas, elaborando el plan conveniente por medio de las
reivindicaciones del proletariado. Todas estas frases aparecen en el periódico
judío “Haijnt” de Varsovia del 3 de agosto de 1928”
(41).
El “Mundo Judío” del 10 de enero de 1929, expresaba esta
blasfema opinión:
“El
hecho del bolchevismo mismo, y que tantos judíos son bolcheviques, y que el
ideal del bolchevismo está sobre muchos puntos de acuerdo con el más sublime
ideal del judaísmo, del que una parte formó la base de las mejores enseñanzas
del Cristianismo, todo eso tiene gran significación, que examinará
cuidadosamente el judío reflexivo”
(42).
Para
no extendernos demasiado, citaremos por último las referencias que hace
orgullosamente el isaraelita Paul Sokolowski, en su obra titulada “Die
Versandung Europeas”, en las que se vanagloria del papel preponderante
que jugaban los judíos en la revolución rusa, dando detalles de las claves
que usaban para comunicarse entre ellos, incluso por medio de la prensa, sin
llamar la atención de las autoridades y de cómo repartían la propaganda
comunista que elaboraban por medio de los niños judíos, a los que entrenaban
cuidadosamente en sus colonias para estos menesteres (43).
Este
odio infernal judeo-comunista, principalmente manifestado hacia la civilización
cristiana, no es meramente gratuito, sino que tiene sus causas muy hondas, que
pueden apreciarse con claridad en este párrafo del “Sepher-ha-Zohar”,
libro sabrado del judaísmo moderno, que se transcribe y que representa el
sentir de todos los judíos:
“Jeshu
(Jesús) Nazareno, que ha apartado al mundo de la fe del Santo, que bendito
sea, será juzgado eternamente en esperma hirviente; su cuerpo es
reconstituido todos los viernes por la tarde, y al amanecer del sábado es
arrojado en la esperma hirviente. El infierno se consumirá, pero su castigo y
sus tormentos no acabarán nunca. Jeshu y Mahoma son esos huesos impuros de la
carroña de que dice la Escritura: `Los arrojaréis a los perros´. Son la
suciedad de perro que mancha, y por haber seducido a los hombres, los han
arrojado al infierno, de donde no saldrán jamás”
( 44 ).
NOTAS:
[1]
León de Poncins, Las fuerzas secretas de la revolución: Francmasonería
– Judaísmo. Madrid: Ediciones Fax, 1932, p. 161.
[2]
S. P. Melgunov, La terreur rouge en Russie: de 1918 a 1923 (El terror
rojo en Rusia). Payot, 1927.
[3] Latsis, “El terror rojo” del 19 de noviembre de 1918.
[4] S. P. Melgunov, obra citada, p. 161.
[5] León de Poncins, obra citada, pp. 164-165.
[6] S. P. Melgunov, obra citada, p. 104.
[7] Traian Romanescu, La gran conspiración judía. 3ª ed. México, D.F. 1961. p. 272.
[8] Datos tomados de Traian Romanescu, obra citada, pp. 19-23.
[9] Monseñor Jouin, Le péril
judéo-maçonnique (El peligro judeo-masónico). (5 vols. 1919-1927). Vol.
I, p. 161.
[10] Traian Romanescu, obra citada, pp. 259-260.
[11] J. J. Tharaud, Causerie
sur Israël. Marcelle
Lesage, 1926. p. 27.
[12] Traian Romanescu, obra citada, pp. 203-205.
[13] Cécile de Tormay, Le livre proscrit (El libro proscrito). Plon Nourrit, 1919. p. 204.
[14] Traian Romanescu, obra citada, p. 143.
[15] Traian Romanescu, obra citada, p. 161.
[16] Bernard Hutton, revista francesa “Constellation”, marzo de 1962, no. 167. p. 202.
[17] Traian Romanescu, obra citada, pp. 174-176.
[18] Traian Romanescu, obra citada, pp. 176-178.
[19] Duque de la Victoria, Israel manda. México: Editora Latino Americana, S.A., 1955. pp. 287-288.
[20] Traian Romanescu, obra citada, pp. 206-207.
[21] Traian Romanescu, obra citada, pp. 210.
[22] Traian Romanescu, obra citada, p. 213.
[23] Traian Romanescu, obra citada, pp. 187-193.
[24] Traian Romanescu, obra citada, pp. 200-201.
[25] Werner Sombart, Les juifs et la vie économique (Los judíos y la vida económica). Payot, 1923. pp. 277, 286, 291.
[26] Salluste, Les origines secrètes du bolchevisme: Henri Heine el Karl Marx (Los orígenes secretos del bolchevismo: Enrique Heine y Carlos Marx). París: Jules Tallandier, 1929, p. 23.
[27] Esteban J. Malanni, Comunismo y judaísmo. Buenos Aires: Editorial La Mazorca, 1944. pp. 54-55.
[28] Esteban J. Malanni, obra citada, pp. 56-57.
[29] Duque de la Victoria, obra citada, pp. 312-313.
[30] Duque de la Victoria, obra citada, pp. 318-319.
[31] Esteban J. Malanni, obra citada, pp. 58-60.
[32] Esteban J. Malanni, obra citada, pp. 62-63.
[33] Esteban J. Malanni, obra citada, p. 63.
[34] Kadmi-Cohen, Nomades; essai sur l´âme juive (Nómadas; ensayo sobre el alma judía). F. Alcan, 1929, p. 86.
[35] “Westfällschen Merkur”, diario de Münster, no. 405 de 6 de octubre de 1926.
[36] Alfred Nossig, Integrales Judentum (El judaísmo integral). París: L. Chailley. pp. 68, 71, 74.
[37] Alfred Nossig, obra citada, p. 79.
[38]
Elie Eberlin, Les juifs d´aujourd´hui (Los judíos de hoy). París,
1928, p. 201.
[39]
Ricardo Jorge, Pró Israel, prólogo a la obra de Samuel Schwarz Os
cristiãos-novos em Portugal no século XX. Lisboa, 1925, p. XI.
[40]
Citado por Nesta H. Webster en World Revolution; The Plot Against
Civilization (La revolución mundial; Complot contra la civilización), 2ª
ed. Constable & Co., 1922.
[41]
Alfonso Castro, El problema judío. México, D. F.: Editorial
Actualidad, 1939. pp. 152-153.
[42]
“The Ideals of Bolshevism”, “Jewish World” del 10 de
enero de 1929, no. 2912.
[43]
Alfonso Castro, obra citada, p. 153.
[44]
Sepher-Ha-Zohar, II, tr. Jean de Pauly. París: Ernest Leroux, 1907, p.
88.